En el ranking de aceites vegetales saludables, sin duda, hay un claro ganador: el aceite de oliva. Ahora bien, a la hora de ordenar los que proceden de otras especies vegetales, la cosa no es tan evidente.
El de girasol se considera, de manera general, nuestra medalla de plata: saludable, gracias a su contenido en Omega6 y vitamina E, y “muy nuestro” que dirían algunos.
Aquí la primera sorpresa: según la doctora María Puy Portillo, miembro de la Academia Española de la Nutrición y Dietética, "el aceite de colza presenta un mayor contenido de ácido oleico, una menor cantidad de ácido linoleico y una menor relación Omega6-Omega3 que el aceite de girasol. Así, probablemente el aceite de canola pueda estar por delante del de girasol, y por detrás del de oliva, si nos ajustamos a sus beneficios para la salud".
Este alimento arrastra un triste pasado en la historia reciente de nuestro país ya que fue protagonista de una intoxicación masiva en la década de los 80, al ser vendida una versión industrial como apta para el consumo humano que contenía un tóxico, la anilina, añadido por fraude.
Este episodio probablemente apartó este producto de la dieta habitual de los españoles, desterrando para siempre sus valores nutricionales y sus efectos sobre la salud.
Sin embargo, si ampliamos el foco, "es el tercero más consumido en el mundo y, en el conjunto de la Unión Europea, ocupa el segundo lugar, después del de girasol", revela la catedrática en Nutrición y bromatología.
El aceite de colza, nabina o canola no son exactamente lo mismo.
Sin duda, el más conocido es el de colza. Sin embargo, el de canola y el de nabina, cada vez se usan más. ¿Son lo mismo? Unos sí y otro no. La doctora y miembro del CIBERobn del Instituto de Salud Carlos III, lo explica.
Qué es el aceite de nabina
El aceite de nabina, más conocido como aceite de colza natural, es el extracto de la semilla de la colza, que es una planta oleaginosa. "Uno de los problemas que tiene este aceite es que presenta elevados contenidos de ácido erúcico (alrededor del 50%) y glicosinolatos que producen efectos negativos sobre la salud, sobre todo de toxicidad porque el organismo no tiene la capacidad de metabolizarlo y lo que hace que no sea apto para el consumo humano”, por ello no se produce para consumo humano.
Lo que sí existen actualmente son variedades de colza cuyo aceite contiene muy bajos niveles de ácido erúcico, que son las que se comercializan.
Qué es el aceite de canola
“El proceso de adaptación de la planta para obtener un aceite bueno para el consumo humano se ha llevado a cabo mediante selección genética, tras la que se ha conseguido obtener aceites con cantidades muy pequeñas de ese ácido y más altas de ácido oleico. Los cultivos de colza desarrollados comercialmente desde la década de 1970 contienen menos del 0,5% de ácido erúcico. Así, al aceite de colza apto para el consumo humano se le llama aceite de canola, que es el acrónimo de ‘Canada Oil Low Acid", aclara.
Propiedades y beneficios del aceite de canola
Su composición parece formar una excelente combinación de nutrientes para prevenir y controlar enfermedades relacionadas con procesos inflamatorios.
Desde el punto de vista nutricional, aporta ácido linoléico y ácido alfa-linolénico, que al ser dos ácidos grasos esenciales, deben estar presentes obligatoriamente en la dieta.
Además, "su contenido en ácidos grasos saturados es el más bajo de los aceites habitualmente consumidos y su contenido en ácido oleico es muy elevado. Y también contiene vitamina E de actividad antioxidante", afirma la experta.
Así, el aceite de canola es saludable tanto por los nutrientes que aporta como por "su relación de ácidos grasos Omega6-Omega3, menor que otros aceites comestibles".
Estos valores nutricionales son, por sí mismos, una excelente razón para incluir el aceite de canola en una dieta sana y equilibrada.
¿El aceite de canola se consume en crudo o se cocina?
Las propiedades de cualquier alimento no son las mismas en función de su preparación y el aceite de canola o nabina, no es una excepción.
Puede consumirse perfectamente en crudo o utilizarse para cocinar ya que presenta una buena tolerancia al calor (alto punto de humeo) pero, cuando se utiliza para cocinar, hay que prestar atención a la temperatura y al tiempo.
“Puede haber una degradación térmica significativa de los ácidos grasos y los componentes menores al exponerlos a altas temperaturas de cocinado y esto puede tener efectos perjudiciales para la salud", advierte la experta.
Estos cambios indeseables incluyen la hidrólisis y polimerización de triglicéridos, oxidación de ácidos grasos y esteroles y generación de ácidos grasos trans.
“Debido a su contenido de ácido linolénico, la fritura con aceite de canola a altas temperaturas, prolongada y repetida –como puede ocurrir en ocasiones en los establecimientos comerciales– puede conducir a la generación de niveles bastante altos de ácidos grasos trans", aclara.
El aceite de colza está en muchas etiquetas (y no está mal)
Además de ser un producto más en la despensa, el aceite de canola forma parte de la lista de ingredientes de multitud de productos envasados que podemos adquirir en el supermercado.
Se encuentra en numerosas salsas, galletas, bollería industrial y precocinados. “Resulta una alternativa saludable al empleo de grasas saturadas como la grasa de palma y resalta el sabor de los alimentos que se preparan con él. Además, permite almacenamientos largos a temperatura ambiente".
El Consejo de ALDI
El aceite de colza tiene un punto de humo relativamente alto, por lo que puede soportar temperaturas de cocción moderadamente altas sin descomponerse y liberar humo. Sin embargo, evita calentarlo demasiado, ya que esto puede afectar su calidad y sabor.
Mª Puy Portillo. Miembro de Honor del Cuerpo de Académicos de la Academia Española de Nutrición y Dietética y Catedrática de Nutrición. Coordinadora del Grado de Nutrición en la Facultad de Farmacia de la Universidad del País Vasco. Presidenta de la Sociedad Española de Nutrición y miembro científico de AESAN. Ha participado en 54 proyectos de investigación de convocatorias públicas (IP en 35 de ellos). Ha publicado 216 artículos en revistas internacionales JCR, 3 libros, 35 capítulos de libro y 12 Guías de alimentación. Es coautora de dos patentes y ha dirigido 15 Tesis Doctorales. Dispone de experiencia en evaluación de proyectos como vocal de ANEP (2012-2018) y formando parte de Comisiones de Evaluación de otras Agencias españolas y extranjeras. Es la coordinadora del Grado de Nutrición Humana y Dietética en la Universidad del País Vasco. Es Presidenta de la Sociedad Española de Nutrición. WEB: Es Presidenta de la Sociedad Española de Nutrición.