Cada vez es más común leer o escuchar el término microbiota o flora intestinal (bacterias que habitan, entre otros, el aparato digestivo) cuando se habla de salud digestiva.
Según explica el doctor Ramón de Cangas Morán, miembro de la Academia Española de Nutrición y Dietética, la microbiota incluye unos 100 billones de bacterias de unas 500 a 1.000 especies distintas. Unas están con nosotros desde el nacimiento y primer año de vida y otras van y vienen a lo largo de nuestra edad adulta: están en tránsito y se adquieren sobre todo a través de los alimentos y bebidas.
Su calidad y variedad influye directamente sobre el funcionamiento del organismo: mantiene sana la mucosa intestinal, protege frente a patógenos y favorece el sistema inmune.
Cuidarla es importante. La manera más eficaz de hacerlo es a través de la ingesta de probióticos, término que no debe confundirse con “prebióticos”, ahora veremos el por qué.
Diferencia entre probiótico y prebiótico
“Los probióticos son un tipo de microorganismos que pueden ayudar a mantener o incluso a modificar, en positivo, el tipo de bacterias presentes en nuestro organismo. Los prebióticos sirven de sustrato nutricional (alimento) para dichas bacterias”, aclara el investigador en el IFAL y presidente de la Fundación Alimenta Tu Salud. Ambos contribuyen a conservar una microbiota normal.
Cuando disponemos de una microbiota en perfectas condiciones "adecuada en cantidad, tipo y funcionalidad de los microorganismos que la conforman”, contamos con un gran aliado para nuestra salud. Ayuda a mantener a raya numerosos trastornos digestivos, tales como el estreñimiento, las diarreas del viajero o las originadas por la ingesta de antibióticos.
“Además, también favorece la digestión de la lactosa en las personas con intolerancia a este azúcar", señala el dietista-nutricionista De Cangas.
Tipos de probióticos
Su clasificación se rige por el tipo de microorganismos vivos que contienen y la matriz alimentaria en la que se encuentran –el conjunto de elementos presentes en un alimento–. Esto es así ya que las diferentes matrices alimentarias interfieren de diferente manera en la microbiota intestinal y, en consecuencia, en la salud en general", aclara el doctor.
Uno de los más conocidos por todos es el Lactobacillus, que cuenta con distintas especies. Entre de ellas se encuentra la casei, muy promocionada en anuncios de lácteos en televisión. Y cada una aporta beneficios específicos sobre la salud. Es decir, cada especie de cada cepa probiótica, cumple una misión concreta. No todas son buenas para todo en general.
Cuándo tomarlos
Es por eso que el doctor en biología funcional y molecular los recomienda solo en situaciones específicas que aconsejen su uso, como por ejemplo, "unos días antes de hacer un viaje a otro continente para prevenir la diarrea del viajero o debido al tratamiento con antibióticos en alguna infección".
Además, alerta de que existen algunos estudios que sugieren que en personas con el sistema inmune comprometido hay que tener precaución, En cualquier caso, siempre se ha de consultar a un experto antes de consumirlos.
Cómo transformar alimentos que tienes en casa en magníficos probióticos
En el supermercado, el probiótico más común es, sin duda, el yogur. Para su elaboración se agregan bacterias amigables a la leche, generalmente, el Lactobacillus bulgaricus y el Streptococcus ther mophilus.
Pero también encontramos el kéfir (leche fermentada con bacterias Lactococcus, Streptococcus y Lactobacillus), la kombucha (té dulce fermentado a partir del hongo scoby, una colonia simbiótica de bacterias y levaduras), y el chucrut (col fermentada con varias bacterias del genero Lactobacillus) y, en cada vez más tiendas de alimentación, el kimchi , una col coreana condimentada también fermentada con bacterias Lactobacillus . Son alimentos fermentados cargados con bacterias saludables que se pueden elaborar en casa.
Una de las elaboraciones más sencillas es la del yogur, “a partir de leche entera”, puntualiza De Cangas. Se necesita una yogurtera (aunque muchas abuelas tradicionalmente lo hacían sobre un radiador). Solo hay que poner leche a unos tarritos de cristal previamente hervidos (para limpiar de impurezas), añadir una cucharada de un yogur comprado a cada uno y esperar.
La receta del kéfir incluye leche fresca, mejor pasteurizada, y gránulos de kéfir. En un recipiente de cristal con cierre hermético se colocan un cuarto de nódulos con tres de leche. Se deja reposar 24 horas en la parte menos fría de la nevera. Pasado ese tiempo, se cuela. Puedes beberlo o añadirlo a otros platos como unas tortitas o a los cereales.
El Consejo de ALDI
Si elaboras tu propio yogur en casa no olvides guardarlo en el refrigerador y consumirlo como máximo en una semana.
Ramón de Cangas. Miembro del Cuerpo Académico. Director de Nutrigroup by Ramón de Cangas, Oviedo, Gijón, Avilés, Madrid, Barcelona y México. Doctor en Biología Funcional y Molecular por la Universidad de Oviedo, Dietista-Nutricionista por la Universidad de Navarra, Biólogo sanitario por la Universidad de Oviedo. Doctorando en Ciencia de los Alimentos por la Universidad de Navarra. www.ramondecangas.com. Facebook: Ramón de Cangas. Instagram @ramoncangas. Twitter: @DrRamonDeCangas