Cada año se diagnostican más de 43.300 nuevos casos de cáncer de colon y recto en España, según un informe de la Sociedad Española de Oncología Médica publicado con motivo del Día Mundial del Cáncer 2022. Es con mucho, el que más casos nuevos presenta, por encima incluso de los de mama, pulmón o próstata.
Este tipo de cáncer tiene un importante vínculo con la alimentación, tanto a nivel de prevención, como por los beneficios que aporta la nutrición para pacientes oncológicos durante el tratamiento y la fase de recuperación.
Tras el diagnóstico, revisar la dieta con un nutricionista
La nutrición oncológica es una especialidad dentro de la Nutrición Clínica que permite abordar la dieta del paciente con cáncer para mitigar los síntomas de la enfermedad y ayudar a sobrellevar los efectos secundarios de los tratamientos.
Debido a que los órganos implicados comprometen la funcionalidad del aparato digestivo, en el cáncer de colon la nutrición tiene un papel fundamental.
Este tipo de tumores suele producir gases, distensión abdominal, sensación de no evacuar de forma completa, cólicos, diarreas o vómitos. Síntomas que inciden de forma muy negativa en la calidad de vida del paciente y que, unidos al cansancio generalizado que cursa con la enfermedad, resultan muy incapacitantes.
La figura del dietista-nutricionista oncológico es determinante para mejorar esa calidad de vida del paciente, así como para garantizar la correcta adherencia a los tratamientos. Basta con echar un vistazo rápido por Internet para encontrar numerosas recomendaciones de nutrición para personas con cáncer de colon. Incluso, dietas con su desayuno, comida y cena.
Alicia Salido Serrano, especialista en nutrición oncológica, recuerda que “los tratamientos dietéticos siempre deben adaptarse a las necesidades nutricionales de cada paciente, en función de su cribado nutricional, estudio antropométrico, estadio del cáncer colorrectal, tratamiento y analítica".
Asimismo, antes de pautar cualquier dieta, habrá que es realizar una evaluación del estado nutricional en el paciente oncológico, ya que es fácil encontrar déficit de nutrientes debido a una mala absorción o a las pérdidas por las diarreas o los vómitos.
Qué comer durante el tratamiento del cáncer colorrectal
Es importante tener presente que ninguna dieta cura el cáncer, pero puede mejorar la recepción de los tratamientos oncológicos y minimizar sus posibles efectos secundarios.
En la nutrición oncológica es fundamental llevar una dieta saludable en la que estén todos los grupos de alimentos no procesados:
- frutas y hortalizas. Si es necesario, hervidas para mejorar la digestibilidad
- lácteos
- legumbres. En caso de dificultades para la digestión, se pueden presentar como cremas o purés.
- Pescados. Preferentemente pescado azul por su aporte de ácidos grasos omega 3 (sardinas, caballa, atún, bonito del Norte, salmón…).
- Carnes. Preferentemente, carnes magras, como pollo, pavo o conejo.
- Huevos
- Cereales (pan, avena…) y sus derivados cocidos (arroz, pasta…).
- Grasas saludables (aceite de oliva virgen extra, aguacates, pescado azul…)
- Frutos secos y semillas. Pueden ser en crudo, tostados o en crema, pero no salados, azucarados, ni fritos.
En cuanto a la frecuencia de consumo de los grupos de alimentos dentro de la dieta semanal, frutas, hortalizas, frutos secos, cereales y lácteos deberían formar parte de la dieta diaria.
Los pescados, las carnes, los huevos y las legumbres como fuentes de proteínas se irán alternando a lo largo de la semana.
La presencia de alimentos proteicos es fundamental para evitar la desnutrición que puede acompañar a la enfermedad. Nuria Martínez, miembro de la Academia Española de Nutrición y Dietética, aconseja incluir “legumbres sin piel y muy cocidas 2-3 veces por semana; pescado, 2-3 veces por semana, sobre todo azul por su contenido en omega 3; y carne de ave y huevos, 2-3 veces por semana”.
Consejos básicos para una buena dieta durante el tratamiento
Hay ciertas pautas en el tratamiento nutricional para el cáncer de colon que conviene no perder de vista:
- Personalizar acorde a los gustos del paciente. Además de la salud física, hay que cuidar el bienestar emocional. La comida, dentro de las circunstancias de cada persona, debe ser un momento agradable.
- Apetecible. Durante el tratamiento es frecuente que el paciente se sienta apático, desmotivado o triste. Los alimentos deben tener características organolépticas que inviten a su consumo (presentación agradable, colores, texturas variadas, aromas…).
- Variedad. Incorporar la máxima variedad de alimentos posible. Un ejemplo son las cremas de verduras de varios colores, con patata o boniato con aceite de oliva virgen extra.
- Densidad nutricional. Vamos a priorizar aquellos alimentos con un mayor contenido en nutrientes. También podemos incorporar cremas con frutos secos y/o semillas en la merienda, agregar trozos de huevo o queso a las sopas…
- Preparaciones sencillas y poco grasas. Algunas formas de preparación, como la cocción, los alimentos al vapor, a la plancha o al horno se toleran mejor que las frituras, los rebozados o los guisos demasiado pesados.
- Sin prisas. Para facilitar la digestión, conviene masticar bien los alimentos y comer despacio
- Varias comidas. Cáncer de colon y nutrición no tienen por qué ser enemigos. Si el paciente tiene dificultades para tomar una comida completa podemos dividirlo en 5-6 tomas más pequeñas.
- No dejar mucho tiempo entre comidas. Es importante que no haya largos tiempos de ayuno.
- No beber en las comidas. El líquido ingerido junto a otros alimentos puede producir sensación de plenitud precoz. Mejor no beber agua ni otros líquidos durante las comidas y las cenas. En su lugar, tomar sorbos pequeños a lo largo del día.
- Sabores poco intensos. No tomar alimentos muy condimentados, con muchas especias, salados, muy fríos o muy calientes.
Alimentos procesados, mejor lejos del plato
Si para la población general es una recomendación básica, con más razón en el paciente que se está tratando un cáncer, ya que sus requerimientos nutricionales pueden verse afectados por la propia enfermedad.
Por esta razón una adecuada pauta de nutrición oncológica debe evitar los alimentos muy procesados, ricos en grasas y azucares, como la comida rápida, la bollería industrial, los alimentos listos para consumo y los embutidos grasos.
Estos alimentos llevan muchos aditivos, presentan falta de fibra, vitaminas y minerales, así como una ausencia de los compuestos antioxidantes protectores que sí están presentes en los vegetales.
Alimentación en la fase de recuperación
No hay un único tratamiento nutricional para el cáncer de colon y tampoco es posible generalizar acerca de qué dieta es la más adecuada durante el proceso de recuperación de la enfermedad.
Para definir la dieta del paciente lo primero es atender al estadio de su cáncer. "En un estadio 0, puede tener una alimentación basal equilibrada, siempre dependiendo de la sintomatología que tenga (gas, distensión, estreñimiento o diarrea, etc.). En un estadio IV con colostomía, empezaremos con una dieta triturada o semitriturada en función de su sintomatología o llenado de la bolsa, además de incluir alimentos de fácil digestión y de bajo contenido en fibra", explica Alicia Salido.
El papel de la vitamina D en el cáncer de colón
Cada vez tenemos mayor evidencias sobre el efecto preventivo y protector de la vitamina D en la aparición de determinados tipos de cáncer, entre ellos, el de colon y recto. Bajos niveles de vitamina D pueden estar relacionados directamente con la aparición y desarrollo del cáncer, y podrían evidenciar un peor pronóstico del mismo.
La vitamina D participa en diferentes funciones imprescindibles como:
- Modulación del sistema inmunitario. Necesaria para identificar y destruir adecuadamente las células cancerosas.
- Regulación del crecimiento, la diferenciación, la proliferación celular y la apoptosis o muerte celular programada.
- Reguladora de la inflamación, factor que contribuye al desarrollo de muchos tipos de cáncer.
- Reguladora de la formación de vasos sanguíneos que irriguen los tumores o angiogénesis.
Unos niveles de vitamina D (calcitriol) en sangre inferiores a 30 nmol/L se consideran bajos, con lo que será necesario aumentar estos niveles.
Las tres fuentes de vitamina D son:
- Tomar el sol (10 o 15 minutos diarios será suficiente).
- Aumentar su aporte mediante la alimentación (lácteos enteros, pescados azules, huevos y alimentos enriquecidos).
- Mediante suplementos específicos, pautados por un profesional sanitario.
El Consejo de ALDI
Los tratamientos oncológicos pueden tener efectos secundarios adversos relacionados con la digestión. La ayuda de un dietista-nutricionista puede contribuir a mejorar la nutrición y aliviar los síntomas.
Alicia Salido. Miembro de Honor, miembro del Comité Directivo y directora Académica de la Academia Española de Nutrición y Dietética. Tesorera del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas Nutricionistas de España. Co-fundadora de la Unidad Andaluza de TFD (Trastornos Funcionales Digestivos) y responsable del área de nutrición. Responsable del Área de Nutrición de los Centros Milenium Sanitas Andalucía. Responsable del Área de Nutrición de la Unidad de LIPEDEMA, en Sevilla. Diplomada -Graduada en Nutrición Humana y Dietética por la Universidad de Navarra Máster en Obesidad y metabolismo por Universidad de Navarra Máster en Microbiología Clínica. Instituto Europeo de Química, Física y Biología Postgrado en Nutrición Oncológica. www.aliciasalido.com. Instagram @aliciasalido. Twiter:@salidoalicia
Nuria Martínez. Grado de Nutrición y Dietética en la Universidad de Zaragoza, colegiada en Aragón y miembro de la Academia Española de Nutrición y Dietética. Es directora de Nuria Martínez Centro de Nutrición Integrativa y CEO de la empresa Balmar Prevención. Instagram: @laeradenuria