Que engorda, que ayuda a perder peso, que es perjudicial para el embarazo, que hincha la tripa, que es beneficiosa para los riñones…. Del agua con gas, se dice casi de todo. Y, muy a menudo, la información sobre la misma es contradictoria. Lo que sí se sabe seguro es que, aunque en España su consumo ha aumentado ligeramente en el último lustro, sigue siendo residual. Tanto, que apenas supone el 3% del mercado del agua embotellada en nuestro país. Muchos ciudadanos la toman para disfrutar de los beneficios del agua con gas para su salud. Pero, ¿están justificados?
Qué es el agua con gas
Rocío Mateo Gallego, dietista-nutricionista y miembro de la Academia Española de Nutrición y Dietética, define el agua con gas o agua carbonatada simple como “agua mineral natural o de manantial con ácido carbónico (H2CO3) o dióxido de carbono (CO2). Estas aguas también contienen otros minerales, como sodio, calcio, magnesio, cloro, nitrógeno, según el suelo del que procedan. En realidad, las múltiples composiciones posibles de aguas carbonatadas son similares al agua normal sin gas, solo que con CO2 disuelto”.
Ese CO2 que aparece disuelto en el agua puede estar presente de manera natural en el manantial de donde brota, o bien se puede añadir en el proceso de embotellado. En cualquiera de los casos, debe hacerse constar en la etiqueta si el gas está naturalmente presente o si se ha añadido.
Propiedades del agua con gas
La principal propiedad del agua con gas “es la hidratación y el control de la sed, de manera similar a la que se produce con cualquier agua sin gas o del grifo”, afirma Sofía Pérez-Calahorra, enfermera, nutricionista y profesora en la Universidad de Zaragoza.
Del agua carbonatada destaca una propiedad especialmente curiosa: produce una ligera sensación de hormigueo y una leve anestesia de la lengua. “Esto se debe a que el CO2 presente, se transforma en ácido carbónico por la anhidrasa carbónica, enzima presente en todas células del organismo para catalizar el CO2 en el organismo”, explica la experta.
Beneficios del agua con gas
Existe la creencia de que es mejor el agua con gas que la del grifo, pero es una verdad a medias. Es cierto que añade ciertas propiedades extra al agua corriente, esa que debemos beber de forma regular a lo largo del día para estar bien hidratados. Ahora bien, tales propiedades no son esenciales para nuestra salud y más teniendo en cuenta que su precio encarece notablemente el coste de una comida.
Algunos estudios sugieren – apunta Mateo – que el agua con gas mejora la deglución, tanto en sujetos sanos como en pacientes con disfagia, ya que las burbujas de la carbonatación producen cierta estimulación sobre los músculos deglutorios. Pérez-Calahorra añade que “podría contribuir a una correcta digestión ya que parece que estimula la secreción de ácidos gástricos, o la secreción de bilis. Incluso mejoraría la dispepsia funcional”.
Desde un punto de vista nutricional y dietético, la Organización Mundial de la Salud (OMS) promueve la ingesta de aguas minerales naturales, con o sin gas, porque pueden complementar la dieta y ayudar a alcanzar las ingestas recomendadas de minerales necesarios para el organismo. Esta es la razón de que Pérez-Calahorra apunte a que “consumir agua con gas, nos podría aportar oligoelementos esenciales y minerales”.
Precauciones a tener en cuenta en su consumo
El agua con gas estimula la liberación de ácido clorhídrico y disminuye el tono del esfínter esofágico en los primeros minutos tras su ingesta. “Por esto mismo quienes padecen de hiperclorhidria o reflujo gastroesofágico deberían tener precaución con su consumo”, asegura Mateo.
La otra precaución es sobradamente conocida por muchas personas que notan que el agua con gas hincha la barriga. Esta hinchazón abdominal o distensión abdominal no es grave, pero sí incómoda.
Agua con gas y riñones
Las expertas dejan claro que, en principio, el agua con gas no es mala para los riñones. De hecho, varios estudios indican que su consumo diario aporta bicarbonato que podría reducir el riesgo de aparición de cálculos renales por oxalato cálcico.
Asimismo, dado que cada agua carbonatada contiene una mineralización diferente, conviene saber qué minerales aporta en cada caso. “Un consumo de agua con gas rica en calcio podría aumentar la unión de calcio a oxalato en el intestino. Esto reduce la absorción de este último, y por tanto, reduciría la hiperoxaluria (exceso de oxalato en la orina)”, indican las expertas.
Esta rápida lección de química explica por qué a las personas con riesgo de cálculos renales de base oxálica se les sugiere a largo plazo beber agua con gas embotellada rica en calcio, magnesio y bicarbonato. Sin olvidar, por supuesto, que también deber seguir una dieta controlada en oxalatos.
Agua con gas y tensión
Diferentes estudios indican que el agua con gas, debido al efecto alcalinizante y al aporte relevante de ciertos minerales, como magnesio o calcio, podrían mejorar los mecanismos de vasoconstricción y la frecuencia cardiaca. Es decir, estos compuestos podrían contribuir a mantener la tensión arterial normal. Sin embargo, las aguas con gas sódicas, es decir, ricas en sodio, podría contribuir de modo importante a la ingesta de este mineral asociado a un mayor riesgo de hipertensión.
“Al mismo tiempo, varios estudios han observado cómo el consumo de un litro al día de agua con gas parece reducir los biomarcadores de riesgo cardiometabólico (colesterol total, colesterol LDL, ratio LDL/HDL y glucosa). Sin embargo, en los triglicéridos, peso e IMC no habría cambios”. La conclusión de Pérez-Calahorra es, en definitiva, que “serían necesarias más investigaciones en poblaciones concretas, como hipertensos o diabéticos”.
¿Se puede beber agua con gas durante el embarazo?
Mateo señala que “en la actualidad, no existen estudios que hayan explorado, específicamente, el efecto del agua con gas durante el embarazo. No se ha descrito ningún problema asociado, por lo que el agua con gas es una muy buena opción, al igual que el agua sin gas, para conseguir una correcta hidratación y aporte de micronutrientes en la mujer embarazada”.
¿El agua con gas engorda?
Puesto que no aporta calorías, “el agua con gas no parece tener un efecto relevante sobre el peso corporal”, comenta Pérez-Calahorra. “Algunos estudios señalan que su consumo podría ayudar a que nos sintiéramos más saciados, pero otros no encuentran diferencias, por lo que no se puede concluir que tenga un efecto positivo a la hora de perder peso”.
Tanto los estudios in vitro como otros realizados en jóvenes sanos concluyen que el consumo de agua no determina la ingesta del total de calorías ingeridas. Incluso parece aumentar los niveles de grelina (hormona encargada del aumentar el apetito).
También señala que el agua con gas puede contribuir a mantener un buen tránsito intestinal, algo que reduciría el riesgo de padecer estreñimiento por un aumento de la motilidad intestinal, apunta la experta.
Mitos asociados a beber agua con gas
Tanto Mateo Gallego como Pérez-Calahorra tienen claro que, en términos generales, son necesarias más investigaciones sobre el agua con gas. Aunque sí se sabe que no todo lo que se dice de esta bebida es cierto. Aquí van algunos falsos mitos que las expertas nos ayudan a desentrañar:
- Hidrata menos que el agua sin gas
FALSO: hidrata exactamente igual que el agua sin gas.
- Favorece la celulitis
FALSO: el agua con gas no puede condicionar el depósito de grasa, que es lo que sucede cuando aparece la celulitis.
- Aumenta el riesgo de osteoporosis
FALSO: se le atribuye este efecto a las bebidas azucaradas por la elevada proporción de fósforo, azúcares y sodio. Estos compuestos no están presentes en el agua con gas o, si lo están (como el caso del sodio), es en una cantidad muy pequeña, excepto en las que son específicamente ricas en sodio.
- Daña el esmalte dental
FALSO: el agua con gas no contiene una cantidad de ácido tan elevada como para dañar nuestro esmalte. Sí puede favorecer la liberación de ácido clorhídrico, pero a nivel estomacal.
El Consejo de ALDI
Las botellas de agua embotellada deben guardarse lejos de la luz solar directa. Y una vez acabadas, no olvides depositar el envase en un contenedor amarillo, si son de plástico, y en el verde, si son de vidrio. Así podrán reciclarse correctamente.
Sofía Pérez-Calahorra. Doctora en Ciencias de la Salud, diplomada en Nutrición Humana y Dietética y graduada en Enfermería. Máster en Salud Pública. Actualmente trabaja como profesora de Nutrición en el Grado de Enfermería.
Rocío Mateo. Diplomada en Nutrición Humana y Dietética (2007), con un Máster en Alimentación en el Niño y en el Adolescente (2009) y un Máster y Diplomado en Salud Pública (2011) en la Universidad de Zaragoza. Especializada en el estudio de la dislipemia, ha trabajado en el Hospital Universitario Miguel Servet, en el Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud y en el Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón.