El consumo excesivo de azúcar se relaciona con efectos negativos para la salud. Por eso debe reducirse, o incluso, eliminarse, en personas que viven con diabetes, sobrepeso u obesidad, o en pacientes con problemas digestivos o patologías cardiovasculares. Ante esa situación, los edulcorantes se plantean como una alternativa al azúcar. Uno de esos edulcorantes es el aspartamo.
Con el objetivo de saber si el aspartamo es perjudicial para la salud, e incluso cancerígeno, hemos hablado con Rafael Urrialde, biólogo, profesor en la Universidad Complutense de Madrid y Académico de Honor de la Academia Española de Nutrición y Dietética.
Qué es el aspartamo
El aspartamo es un edulcorante químico (es decir, artificial), hipocalórico (por la bajísima cantidad que hay que usar), que se utiliza como sustituto del azúcar. Se descubrió en 1965, aunque no se aprobó a nivel mundial hasta la década de los 80. Una de sus principales características es que endulza hasta 200 veces más que el azúcar.
Su composición es bastante peculiar. “Se trata de un edulcorante compuesto principalmente de dos aminoácidos, fenilalanina y ácido aspártico. El aspartamo, cuando llega a la parte alta del duodeno se disocia en ácido aspártico, fenilalanina y metanol, componentes presentes en muchos alimentos de forma natural. Esto hace que ni se elimine ni se absorba, sino que se disocia en estos aminoácidos”, explica Urrialde.
¿Cuándo se justifica su uso?
Es habitual encontrarlo en dietas supervisadas por un dietista-nutricionista que conlleven la reducción o eliminación de azúcar. También en aquellas dietas específicas para pacientes con diabetes o insuficiencia cardíaca.
Para dietas de adelgazamiento, el biólogo recuerda que es importante tener en cuenta no solo la ingesta de azúcar, sino la dieta global: “De nada sirve sustituir el azúcar por edulcorantes si no se corresponde con una dieta hipocalórica general”, señala. Es decir, no se trata de endulzar el café con edulcorante y aprovechar para acompañarlo con una magdalena.
Pero, el aspartamo, ¿es malo?
La respuesta de Urrialde es clara: “El aspartamo, como todos los aditivos, ni es bueno, ni es malo. Es un aditivo que se tiene que utilizar para dar el sabor dulce y reducir o eliminar la cantidad de azúcar presente en los productos alimenticios. Hay que significar también que normalmente no se usa de forma única en productos alimenticios, sino en combinación con otros edulcorantes”, asegura.
Por otro lado, el aspartamo tiene una ingesta diaria admisible de 40 miligramos por kilo de peso por persona y día (una persona de 70 kilos puede consumir hasta 2.800 miligramos diarios). Al ser tan dulce por su “altísima afinidad por las papilas gustativas del sabor dulce, con muy poca cantidad se consigue el mismo efecto que con la sacarosa”. Dicho de otra forma: es posible endulzar con cantidades muy pequeñas.
Urrialde apunta una curiosidad en el uso de este edulcorante: “El aspartamo cambia su sabor en dos circunstancias concretas. Al consumirse en gran cantidad, puede aportar sabor amargo en lugar de endulzar. Además, puede dar desviaciones de sabor a altas temperaturas. Por eso, en España se utiliza en concentraciones más bajas que en otros países del norte de Europa.”
Desde la Academia Española de Nutrición y Dietética y el Consejo General de los Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas, se insiste en que los edulcorantes son seguros, pero no son en modo alguno recomendables como vehículo para combatir la obesidad. Mucho menos, si el reclamo 0% azúcares se usa para enmascarar el pobre valor nutricional de productos alimenticios poco saludables, como bollería, salsas, snacks…
¿Provoca enfermedades no transmisibles?
El pasado año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló que no recomendaba los edulcorantes por su posible relación con un mayor riesgo de enfermedades no trasmisibles. “Este organismo lo justifica con una posible causalidad inversa: las personas con determinadas enfermedades crónicas, como la obesidad, diabetes, etc., son quienes más edulcorantes consumen. Por lo tanto, podría atribuírsele un riesgo que dependería de otras variables, como, por ejemplo, las propias enfermedad y factores de riesgo, de las personas que los toman”.
Urrialde entiende que, “en efecto, a los pacientes con enfermedades no trasmisibles, frecuentemente se les recomienda una dieta dictada por un profesional de la nutrición y la dietética, en la que se reduce o elimina el azúcar. Los edulcorantes aparecen en estos casos como alternativa para los sabores dulces. Sin embargo, la OMS ya reconoció que la evidencia no era contundente. Es solo una recomendación condicionada”.
¿El aspartamo produce cáncer?
También el pasado año, la OMS hizo referencia a que el aspartamo podía ser cancerígeno para los seres humanos (Grupo 2B del CIIC). A renglón seguido, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC), un órgano intergubernamental que forma parte de la OMS, matizaba que esta afirmación se basaba en una evidencia limitada de que podría causar cáncer (específicamente cáncer de hígado) en humanos. La IARC también señala que hay pruebas limitadas de que cause cáncer en animales de laboratorio y pruebas limitadas relacionadas con los posibles mecanismos por los que causa cáncer.
Urrialde toma distancia con la OMS. “Lo hizo con mención a cuatro estudios internacionales observacionales. Sorprende que casi nueve meses después, ninguna otra autoridad de seguridad alimentaria a nivel mundial haya modificado las recomendaciones de ingesta diaria admisible para el aspartamo. La razón es que no hay suficiente evidencia científica para hacerlo”.
El experto recuerda que la Unión Europea, desde el año 2002, por las crisis alimentarias acontecidas con anterioridad, se aplica el principio de cautela siempre que haya una duda científica razonable. Y en esto los organismos sanitarios europeos son muy rigurosos. Pone como ejemplo el mismo caso del aspartamo. “Tras ser aprobado por el Comité Mixto FAO/OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA), se aprobó también en los comités científicos de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA)”.
En 2013 volvió a reevaluarse sin que se introdujeran cambios, “ni la ingesta diaria admisible, ni las condiciones y restricciones de uso que están reguladas legislativamente en la UE. No obstante, Urrialde entiende que hay que seguir trabajando científicamente y analizando caso por caso, “no solo para el aspartamo, sino ampliar a todos los posibles efectos de todos los aditivos, aromas y otros ingredientes, no solo de los edulcorantes”.
Efectos secundarios o peligros del aspartamo
El miembro de la Academia Española de Nutrición se muestra seguro en su respuesta: “De momento no se ha demostrado ningún efecto secundario del aspartamo”. Justifica esta falta de peligrosidad del edulcorante recordando que se disocia en dos aminoácidos en la parte alta del duodeno.
Por es importante, además de la toxicología, estudiar “los efectos en la microbiota intestinal, que también hasta la fecha, en este caso, han sido negativos. Por eso hay que estudiar estos ingredientes en su matriz alimentaria y con modelos in vivo en humanos”.
De momento, el único efecto contrario demostrado ha sido en personas con problemas de sensibilidad a la fenilalanina. Es decir, pacientes de fenilcetonuria, una enfermedad rara (la padecen una de cada 12.000 recién nacidos en España) que hace que esa persona acumule fenilalanina por carecer total o parcialmente de la capacidad de descomponer este aminoácido
¿Qué alimentos lo llevan?
El aspartamo está en la mayoría de los grupos alimenticios que usan edulcorantes en su composición, porque va combinado con otros, como el ciclamato o el acesulfamo k. Podemos encontrarlo en cualquiera de estos productos:
- Aperitivos
- Bebidas alcohólicas
- Salsas y condimentos
- Bebidas energéticas
- Bebidas vegetales
- Cereales
- Comidas preparadas
- Helados y batidos
- Yogures y bebidas fermentadas
- Chucherías y caramelos
Comparativa con otros edulcorantes
Más allá de investigar sobre si el aspartamo es mejor o peor que la sacarina, o si hay que elegir entre stevia o aspartamo, Urrialde insiste en que la clave está en identificar en qué productos se usan azúcares y cuáles no, y todas aquellas combinaciones con edulcorantes. También incide en la necesidad de revisar los alimentos y bebidas “que antes no usaban ni azúcares, ni edulcorantes, y ahora sí, solo para incorporar un sabor dulce. Eso no tiene justificación”.
Cómo se debe usar el aspartamo en los alimentos
Poco puede hacer el consumidor en este sentido, porque el aspartamo no se suele emplear como edulcorante de mesa, a no ser que esté combinado con sucralosa, ciclamato… Este edulcorante llega a nuestra mesa incorporado en alimentos procesados y “combinado con al menos tres o cuatro edulcorantes más. En el caso de las chucherías pueden llegar a ser hasta siete u ocho tipos diferentes de edulcorantes”, explica.
El Consejo de ALDI
¿Tienes ganas de dulce entre horas? Una forma saludable de matar el gusanillo en vez de buscar tentempiés con edulcorantes es tener a mano fruta de temporada. ¡Dulces, llenas de vitaminas y ¡riquísimas!
Rafael Urrialde. Profesor de la Unidad de Fisiología Vegetal del Departamento de Genética, Fisiología y Microbiología de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Complutense de Madrid. Profesor de Seguridad Alimentaria del Departamento de Ciencias Farmacéuticas y de la Salud de la Universidad San Pablo CEU. Profesor Honorífico de Nutrición de la Facultad de Enfermería de la Universidad de Valladolid. Urrialde es doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid, Especialista Universitario en Ciencias Ambientales por la Universidad Complutense de Madrid. Diploma en Nutrición, Curso postgraduados de la Escuela de Nutrición de la Universidad de Granada. 2006. Especialista en Alimentación, Seguridad Alimentaria, Nutrición y Sostenibilidad. Profesor en diferentes grados de distintas universidades nacionales e internacionales, así como en másteres relacionados con la alimentación, seguridad alimentaria, nutrición, sostenibilidad y salud. Académico Numerario de la RAED, Académico de Honor de la Academia Española de Nutrición y Dietética y miembro del Comité Científico de la FINUT. Presidente de la Comisión Científica de la SEMED. Vocal de la Junta Directiva de la SEÑ. Pertenece a diferentes sociedades o entidades: SENC, SEÑ, SESAL, SEMED, miembro del Patronato de la FEN. Vocal de Alimentación Honorífico del CGCOF. Socio de Honor de la AdENyD. Coordinador del Grupo de Seguridad Alimentaria, Nutrición, Investigación, Desarrollo e innovación de la AEND. Autor de más de 50 publicaciones científicas, 10 de capítulos en libros de consulta científico-técnicos, Codirector de 2 tesis doctorales y director de 7 Trabajos Fin de Máster y de 4 Trabajos Fin de Grado en la Universidad Complutense de Madrid, Universidad San Pablo CEU de Madrid y Universidad de Granada. TWITTER: @RUrrialde_PhD