Una mujer con un peso normal al inicio de la gestación puede ganar entre 11,5 y 16 kilos a lo largo de los 9 meses de embarazo. Es completamente normal y forma parte del propio embarazo. Sin embargo, hay mujeres que rechazan este aumento de peso.
Esta actitud responde a un trastorno llamado pregorexia.
Pregorexia: cuando no engordar durante el embarazo se torna en obsesión
Carmen Horno Pérez, dietista-nutricionista y miembro de la Academia Española de Nutrición y Dietética, la define como "el miedo de algunas mujeres embarazadas a aumentar de peso, ver cómo su cuerpo crece, sentir una corporalidad más gruesa y que las cifras de su báscula empiecen a subir".
Este pensamiento hace que, en última instancia, "tomen decisiones que ponen en riesgo su salud y la del bebé".
Es normal – y muy recomendable – que la mujer embarazada cuide su alimentación y vigile su peso. El problema surge cuando se convierte en una obsesión y altere la ganancia de peso propia del proceso, si bien el último Manual de Diagnóstico Estadístico de Trastornos Mentales (DSM5) de la Asociación de Psiquiatría Americana (APA) no lo incluye aún como un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA).
Diferencias entre la anorexia y la pregorexia
Aunque coloquialmente hay quienes se refieren a este trastorno como ‘la anorexia en el embarazo’, lo cierto es que hay diferencias entre ambas.
La anorexia puede surgir en cualquier etapa de la vida. “La pueden sufrir, tanto hombres como mujeres, y se relaciona con una percepción irreal de la corporalidad o imagen personal. Es decir, se ven con una complexión mucho más grande de lo que en realidad son".
Por el contrario, “la pregorexia es un trastorno que se padece específicamente en el embarazo. Estas mujeres no dejan de comer, ni se someten a purgas, sino que controlan mucho las raciones o realizan ejercicio físico en exceso", señala.
Debemos ser muy rigurosos con la terminología y no hablar a la ligera de ‘anorexia en el embarazo’, sino de gestantes con un problema para asumir su nueva imagen corporal. “Observamos una mayor incidencia de pregorexia en mujeres con antecedentes de anorexia”.
Durante la pasada década se llevaron a cabo estudios en Reino Unido, en los que se concluyó que un 7,6% de las mujeres embarazadas tenía síntomas compatibles con algún tipo de trastorno de la conducta alimentaria. Un 23,4% reconocía estar muy preocupada por su peso y por su silueta.
No hay estudios similares en España.
Comer menos y otros indicios
Los principales síntomas de la pregorexia que deben ponernos en alerta son:
· Hacer ejercicio físico de mucha intensidad (sobre todo, si anteriormente no se realizaba).
· Reducir la cantidad de comida ingerida respecto a antes del embarazo.
· Tomar suplementos nutricionales como sustituto de comidas.
· Evitar determinados alimentos (los que considera más calóricos).
· Hacer comentarios desagradables en cuanto a la imagen y peso de manera constante.
Ante las primeras señales, conviene consultar con el obstetra “para comprobar que el desarrollo del bebé es normal. Después, debería participar en un programa multidisciplinar con psicología y nutrición de forma simultánea", añade.
El peso no siempre es buen indicador de pregorexia
Más allá de los hábitos y comportamientos visibles, la evolución del peso de la embarazada también puede ser un indicativo de la presencia de un trastorno.
Pero no es concluyente, ya que depende, entre otros, del peso de partida de la madre. “El rango óptimo debería de ser de 11 a 16 kilos. Si la mujer presenta bajo peso, la recomendación sería llegar hasta los 18 kilos. En el caso de una mujer con sobrepeso, lo adecuado estaría en torno a los 7-11 kilos. Pero como he dicho son valores que se han de individualizar para cada paciente", insiste Horno.
Abordaje multidisciplinar: psicólogo y dietista-nutricionista
Este tipo de trastornos psicológicos que afectan a la conducta alimentaria deben abordarse a la vez desde la psicología y la dietética y nutrición. “Lo primero es una identificación temprana del trastorno. Hay mayor riesgo en mujeres que ya han padecido anteriormente otro trastorno del comportamiento alimentario (TCA), como anorexia o bulimia”.
Una vez identificado la prioridad es garantizar el crecimiento adecuado del bebé.
El psicólogo iniciará su plan para ayudar a la madre a superar esa situación. “Es un problema de salud mental que no se resuelve de la noche a la mañana".
Desde el punto de vista nutricional, el foco se pone en la educación alimentaria. “Se desmitifican supuestas prácticas para bajar de peso, como beber mucha agua antes de las comidas. Pero, sobre todo, debemos hacer partícipe a la madre de su propia alimentación y no imponer un menú, ni unas comidas concretas”, apunta.
Es muy importante también explicar a la fututa mamá, la importancia de una alimentación saludable y suficiente. También, que debe llegar al parto en las mejores condiciones para luego poder recuperarse bien y seguir compaginando su vida con la de su hijo.
En muchos casos, “comprender el proceso fisiológico por el que pasa durante el embarazo y cómo cambian sus necesidades energéticas y de nutrientes para conseguir el desarrollo del bebé, la ayuda a tomar conciencia".
El entorno más cercano es parte del tratamiento
Además de la terapia psicológica de la madre, la pareja, la familia y los amigos tienen un papel clave. “Pero sin ser jueces. Nunca se ha de obligar a la paciente a comer, ya que eso puede repercutir en una mayor repulsión hacia la comida”, advierte Horno.
Incluso podría empezar a hacer otras prácticas a escondidas con tal de controlar el peso o a compensar ingestas a lo largo del día.
Si el problema está en una práctica de ejercicio físico a un nivel excesivo es bueno acompañarla para que atenúe la intensidad. Incluso, para protegerla de cualquier consecuencia adversa, si fuera necesario.
¿Cómo afecta a la madre y al futuro bebé?
La pregorexia tiene consecuencias diversas para la madre:
- Desnutrición
- Anemia
- Alteraciones hormonales
- Baja producción de leche materna
- Piel seca y deshidratada
- Hipertensión
- Arritmias
- Descalcificación ósea
- Dolores musculares
En el caso del feto puede producir:
- déficit del desarrollo (bajo peso, insuficiencia respiratoria y problemas en el desarrollo neurológico, aumentando la probabilidad de retraso mental)
- complicaciones en el parto
- parto prematuro
Dada la gravedad de las consecuencias, Horno insiste en la importancia de detectar los síntomas cuanto antes y comenzar a tratar cuanto antes.
El Consejo de ALDI
La presión por responder a unos cánones estéticos ha hecho que en los últimos años aumenten los trastornos alimentarios. Si es tu caso o crees que puede sucederle a alguien de tu entorno, busca ayuda profesional.
Carmen Horno. Graduada en Nutrición Humana y Dietética y Máster en Condicionantes Genéticos Ambientales y Nutricionales del Crecimiento y Desarrollo por la Universidad de Zaragoza. Actualmente trabaja como nutricionista oncológica en la Asociación Española Contra el Cáncer en su sede de Zaragoza y como docente en el Grupo San Valero. Ha participado en proyectos de investigación, algunos a nivel europeo como: Feel4Diabetes, y también estatales como: Corals, Alimentando el Cambio, Melipop... Es miembro de la Academia Española de Nutrición y Dietética.