Aunque el trastorno de la conducta alimentaria (TCA) más conocido es la anorexia, la bulimia nerviosa también tiene una prevalencia nada desdeñable. Según el estudio Caracterización, epidemiología y tendencias de los trastornos de la conducta alimentaria, publicado en 2022, se sitúa entre el 0,37 y el 2,98 % en Europa.
Para entender mejor los procesos que hay detrás de este trastorno, hemos recurrido a Xandra Romero, dietista-nutricionista especializada en el abordaje de TCA y coordinadora del Grupo de Especialización en Nutrición en Trastornos de la Conducta Alimentaria (GE–NuTCA) de la Academia Española de Nutrición y Dietética. Romero ha participado en la redacción del documento Algo le pasa, una guía útil de descarga gratuita para detectar las señales de alarma tras un TCA elaborado por el GE-NuTCA.
¿Qué es la bulimia nerviosa?
Se trata de un TCA caracterizado por episodios recurrentes de atracones, es decir, la ingestión, en un periodo determinado de tiempo, de una cantidad de alimentos claramente superior a la que la mayoría de las personas ingerirían en un período similar en circunstancias parecidas. Se acompaña de sensación de falta de control sobre lo que se ingiere.
Para diagnosticar bulimia deben concurrir, además, otras circunstancias. “Se aprecian comportamientos compensatorios inapropiados recurrentes para evitar el aumento de peso, como el vómito autoprovocado, el uso incorrecto de laxantes, diuréticos u otros medicamentos, el ayuno o el ejercicio excesivo”, afirma la experta.
Como sucede con otros TCA, afecta mayoritariamente a mujeres (lo son el 90-95% de las pacientes) y bastante jóvenes. La edad de aparición de este trastorno suele situarse entre los 18 y 20 años, según datos de la Federación Española de Asociaciones de Ayuda y Lucha contra la Anorexia y la Bulimia nerviosa. Anorexia y bulimia no son, como algunos pretenden dar a entender, las dos caras de la misma moneda, pero presentan muchas similitudes e interrelaciones, con pacientes que a lo largo del tiempo pasan por ambos trastornos.
Muchos pacientes acaban en la bulimia tras una anorexia mal curada. Las estadísticas son especialmente preocupantes entre deportistas femeninas de élite, en especial en deportes con una alta disciplina ligada al peso o al especto físico, como la gimnasia rítmica, el atletismo o la natación sincronizada.
¿Hay distintos tipos de bulimia?
En realidad, no. Antiguamente, en el DSM-IV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) se diferenciaba entre la bulimia purgativa (con vómitos, laxantes, enemas o diuréticos) y la bulimia no purgativa (con ayuno o realización de ejercicio). Pero en la última versión, el DSM-V, no hace esa distinción. En la actualidad, “el principal cambio en los criterios diagnóstico de la bulimia nerviosa es reducir el umbral de frecuencia de atracones de dos veces por semana en DSM-IV, a una vez por semana en DSM-V”, apunta la especialista en TCA.
Causas de la bulimia
Aunque se desconocen las causas exactas que provocan este trastorno de la conducta alimentaria, Romero apela a:
- Factores biológicos. Entre ellos, una mayor susceptibilidad conductual a la desregulación del apetito.
- Factores psicológicos. Destaca una alteración de la imagen corporal y dificultad para retrasar la recompensa.
- Factores psicosociales. Al igual que en el caso de la anorexia nerviosa, problemas de alimentación en el entorno familiar, estar expuesto a constantes comentarios por parte de amigos, familiares y figuras de autoridad, sobre el peso y la imagen.
- Factores comportamentales. Sobre todo, los comportamientos de control de peso (ayuno, restricción alimentaria etc.), una preocupación excesiva por el índice de masa corporal, aislamiento social, etc.
Cómo saber si alguien cercano padece bulimia
A diferencia de las personas que sufren anorexia nerviosa, los síntomas de la bulimia puede pasar desapercibidos para su entorno ya que no tiene por qué ser visible el estado emaciado o de extrema delgadez. “Un paciente con bulimia puede verse en un amplio espectro de pesos y formas corporales, lo que a menudo dificulta la sospecha”, afirma Romero. Por eso hay que estar atento a estas otras señales:
- Comer a escondidas
- Realizar frecuentes visitas al baño tras las ingestas de comida
- Desaparición de grandes cantidades de alimentos
- Encontrar envoltorios de alimentos o de laxantes escondidos.
- Alteración del esmalte dental por el vómito recurrente
- Pequeños derrames en el ojo a causa del esfuerzo por purgarse.
- Callosidad en los nudillos de las manos, llamada signo de Russell
- Hipertrofia de las parótidas, que se observa como un ensanchamiento de las mejillas o la mandíbula
- Cambios de humor frecuentes
Consecuencias mentales y físicas de la bulimia
La mayor parte de las consecuencias de la bulimia nerviosa en el plano psicológico son similares a otros TCA. Los estudios europeos relatan depresión mayor en un 33 % de los casos, ansiedad en un 31 % y ciertas fobias específicas en un 17 %, sin observarse diferencias significativas entre los géneros.
En cuanto a las consecuencias físicas de la bulimia, muchas son también compartidas con otros TCA, como alteraciones gastrointestinales, cardiacas, pulmonares, hematológicas, endocrinas, neurológicas y dermatológicas. “En la bulimia, además, se añaden los problemas propios de los mecanismos compensatorios de purga, que pueden tener como resultado edemas graves, arritmias e insuficiencia cardiaca, alteraciones de los electrolitos con consecuencias muy graves, úlceras y perforaciones gástricas y duodenales”.
Bulimia y depresión, una relación cercana
Como acabamos de ver, la comorbilidad psiquiátrica es elevada en pacientes con TCA. Los diagnósticos psiquiátricos más frecuentes son los trastornos del estado de ánimo, los trastornos por uso de sustancias y los trastornos de ansiedad. “Dentro de los trastornos afectivos, el trastorno depresivo mayor y la distimia se encuentran entre los trastornos comórbidos más frecuentes en personas con bulimia nerviosa y con anorexia nerviosa, con prevalencias que oscilan entre el 20% y el 83%”.
Cómo se trata la bulimia desde el punto de vista nutricional
Aunque una de las claves esenciales para tratar este problema de salud mental tiene que ver con la psicoterapia, también es indispensable el tratamiento dietético- nutricional. En ese sentido, Xandra Romero afirma que “es preciso, al igual que en el resto de TCA, trabajar en la educación alimentaria de forma que el paciente pueda incorporar una variedad y cantidad de alimentos suficientes para cubrir sus necesidades”.
Al tiempo que se incorporan los alimentos se irán recuperando señales de hambre y saciedad. “Y se trabaja por reducir la magnitud de los atracones o hacer esas ingestas cada vez más conscientes, de manera que se vayan reduciendo tanto en frecuencia como en magnitud”, concluye la experta.
Dadas las múltiples implicaciones de este tipo de trastornos, es imprescindible un abordaje multifactorial, con presencia de psicólogos, dietistas-nutricionistas y, en muchos casos, de un entrenador cualificado en ciencias de la actividad física y el deporte que proporcione las pautas para abordar el ejercicio físico de manera no patológica.
El Consejo de ALDI
Los comentarios acerca del cuerpo de otras personas pueden causar daño. De hecho, uno de los factores de riesgo de los TCA son la gestión de los comentarios despectivos sobre la talla. Evita hacerlos.
Xandra Romero. Diplomada en Nutrición Humana y Dietética por la Universidad del París y PhD por la Universidad de Barcelona. Miembro de la Academia, coordinadora del Grupo de Especialización en Nutrición en Trastornos de la Conducta Alimentaria (GE–NuTCA) de la Academia Española de Nutrición y Dietética, y miembro del Comité Científico Consultivo de la Academia. Es dietista-nutricionista clínica especializada en el abordaje de Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) y encargada del Hospital de Día de TCA infanto-juvenil de IMQ-AMSA.