Llevar una dieta sana es fundamental para conseguir y mantener un estado de salud óptimo. De hecho es, junto con la práctica de ejercicio físico, una de las condiciones para ello. Sin embargo, si querer cumplir con este requisito se convierte en una obsesión puede desembocar en una conducta alimentaria alterada conocida como ortorexia.
A priori, el criterio empleado por las personas que sufren de ortorexia para determinar qué es sano y qué no, no haría mal a nadie. Pero llevado al extremo nos adentraríamos en aguas pantanosas. "La línea que separa el cuidado y la obsesión es muy fina, especialmente en ciertas etapas de la vida como la adolescencia.
Cuando esa finalidad ocupa cada vez más tiempo en la vida de la persona y todo gira en torno a mirar con lupa la calidad de los alimentos que se van a ingerir sintiéndose culpable si se sale mínimamente de la norma que se ha autoimpuesto, empieza el problema. Estas personas pasan de controlar la alimentación a que la alimentación les controle a ellos", advierte Beatriz Isasi, miembro de la Academia Española de Nutrición y Dietética.
No es baladí: este trastorno afecta en torno al 28% de la población occidental y puede llevar a quien la sufre a padecer importantes carencias nutricionales o trastornos del comportamiento alimentario.
Cómo detectar un caso de ortorexia
A priori, la idea de que llevar una dieta saludable pueda convertirse en una alteración de la conducta puede resultar chocante. Sin embargo, la cuestión no es si el tipo de alimentación que lleva un persona con ortorexia es saludable o no, si no la relación que mantiene esa persona con la comida.
"Quienes la padecen, consideran que los únicos alimentos sanos son los ecológicos u orgánicos, libres de cualquier tipo de aditivo (de cualquier origen y obviando su utilidad en el proceso de elaboración). También incluyen aquellos alimentos que cumplen con el procesado o cocción que consideran adecuado", aclara la también Master en Intervención Psicológica en los Trastornos de la Conducta Alimentaria y la Obesidad (Universidad de Barcelona).
Isasi explica que existe un perfil más proclive a padecer este tipo de trastorno. Se trata de personas con un alto nivel de exigencia, perfeccionismo y autocontrol. Y, estadísticamente, son mujeres, jóvenes y personas que se dedican a deportes de alto rendimiento. Todas ellas suelen ser más vulnerables a seguir este tipo de conducta.
Así actúa una persona con ortorexia
¿Cómo saber si ya han o hemos cruzado la frontera? Isasi nos da algunas pistas que deberían alertarnos de que algo no va bien:
- Prestar una atención enfermiza al origen y composición de los alimentos.
- Comprobar de forma compulsiva la lista de ingredientes y el etiquetado nutricional.
- Buscar continuamente información acerca de un estilo de vida saludable, mirando libros, revistas, blogs, programas…
- Dedicar más de tres horas al día a pensar sobre la calidad de la dieta, dejando en un segundo plano los aspectos sensoriales y señales fisiológicas de la propia ingesta.
- Gastar cantidades importantes de dinero en la planificación de comidas y alimentos adecuados.
- Excluir de la dieta cualquier producto alimenticio si no pueden verificar la procedencia o no cumple las estrictas normas de seguridad que se imponen.
- Tener sentimientos de culpabilidad, angustia y estrés si han transgredido mínimamente sus normas dietéticas.
- Aislarse socialmente, ya que acaban evitando cualquier evento o reunión en el que no controlen el origen, composición o preparación de los alimentos.
- Criticar otros modelos de alimentación que no sean como el suyo.
La desinformación y otras causas de la ortorexia
Aunque Isasi señala el exceso de información (no siempre validada científicamente) como el principal desencadenante de la ortorexia, lo cierto es que reconoce que su aparición no puede explicarse a través de una sola causa: "Se trata de una combinación de factores además de la sobreinformación actual: una personalidad perfeccionista, obsesiva y controladora, contar con historias previas de realización de dietas, baja autoestima, conflictos emocionales y pobre gestión de los mismos, acoso escolar y conflictividad en la infancia, entre otros".
Y se agrava con que la información disponible "muchas veces, es confusa y contradictoria en relación a qué alimentos son más saludables, creando una polaridad cada vez más grande entre lo bueno y lo malo, a la cual se agarran las personas con un perfil rígido en su pensamiento y conductas, dificultando mucho la flexibilidad del término medio y la sensatez. Los mensajes de los medios en cuanto a las virtudes o efectos nocivos de los alimentos para la salud, se graban a fuego en estas personas".
à link a alimentos buenos y malos
No es como la anorexia
A pesar de su notable prevalencia, la ortorexia, hoy por hoy, no está considerada como un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) por el DSM-5 (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition. En español, Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales). Una condición que, según la especialista, debería cambiar ya que comparte con estos trastornos criterios diagnósticos y consecuencias tanto a nivel físico como psicológico y social.
“Las personas que sufren ortorexia restringen cada vez más su alimentación, incluyendo en ella solo aquellos productos que consideran sanos y entre los cuales se mueven con seguridad. Pueden llegar a basar su alimentación en diez alimentos. Esto da lugar a deficiencias importantes a nivel nutricional con sus posteriores consecuencias a nivel físico y psicológico".
Entre estas últimas, Isasi añade que cuando estas personas viven situaciones en las que no pueden comprobar el origen o la composición de los alimentos experimentan una fuerte sensación de ansiedad difícil de manejar. Esto, con el tiempo, hace que se aíslen y dejen de participar en reuniones sociales o en todas aquellas en las que la comida tenga algún tipo de implicación.
A pesar de que tanto la ortorexia como la anorexia comparten la obsesión por los alimentos y una marcada bajada de peso, es importante señalar que la razón de esta conducta no es la misma.
"En el caso de la anorexia, la preocupación es conseguir un peso autoimpuesto. En la ortorexia, se focaliza en establecer sentimientos de salud, limpieza y pureza, particularmente a través de los hábitos y opciones de alimentos. El objeto de la preocupación no es la pérdida de peso, si no el control de lo que se ingiere”, resume.
Además, la ortorexia se centra en la calidad de los alimentos más que en la cantidad, característico de la anorexia. Eso sí, “la ortorexia es un factor que predispone al desarrollo de la anorexia", advierte.
Cuando sospechamos que una persona puede estar entrando en este comportamiento alimentario alterado, debemos buscar asistencia con profesionales sanitarios especializados en Alteraciones de la conducta alimentaria, entre ellos los psiquiatras, los psicológicos o los dietistas-nutricionistas.
¿Cómo recuperar una relación sana con la comida?
Debido a las numerosas similitudes existentes entre la ortorexia y otros trastornos como la anorexia o el trastorno obsesivo-compulsivo, el tipo de abordaje para ponerle solución también lo es. En este sentido, recomienda un tratamiento con un equipo multidisciplinar que integre psicoterapeutas y nutricionistas.
"El papel del dietista-nutricionista en este trastorno es clave para dar las herramientas que necesitan estas personas para restablecer una relación saludable con la comida. No solo se trata de recuperar el adecuado estado nutricional, también hay que trabajar creencias y falsos mitos sobre muchos alimentos, ir exponiendo al paciente a aquellos alimentos que disparan su ansiedad, volver a conectar con las sensaciones fisiológicas de hambre y saciedad, las características organolépticas de los alimentos y favorecer así que el disfrute de la comida le vaya ganando terreno al control de la alimentación”.
El Consejo de ALDI
Aprende a disfrutar de los alimentos de manera equilibrada y flexible, sin sentir culpa o ansiedad por comer ciertos alimentos. El objetivo es lograr una relación saludable con la comida y verla como una fuente de nutrición, placer y bienestar, en lugar de una fuente de estrés o ansiedad.
Beatriz Isasi Mengual. Nutricionista. Master en Intervención Psicológica en Trastornos de la Conducta Alimentaria y Obesidad del Instituto de Trastornos Alimentarios ITA, por la UAB. Diplomada en Nutrición Humana y Dietética por la Universidad de Zaragoza. Fundadora de Comeconcabeza.