Falta evidencia científica sobre el papel de la dieta antiinflamatoria, pero sí hay alimentos que cuentan con ese respaldo. La dieta, en conjunto con otros tratamientos, puede ayudar a paliar los síntomas de los problemas reumáticos, pero un dietista-nutricionista debe ser quien dimensione su efecto real.
Artrosis, artritis, lumbalgia, ciática, tendinitis, lupus o vasculitis son algunas de las enfermedades reumáticas más frecuentes, pero la lista se extiende hasta rozar las 200 entidades.
En España hay once millones de personas que sufren un proceso reumático y, aunque la artrosis es el más habitual y está relacionado con el envejecimiento, ni los jóvenes ni los niños se libran de padecer un problema de esta naturaleza.
Las consecuencias más visibles son alteraciones en los músculos, huesos y tendones y dolor, un dolor que puede hacerse crónico y que complica la calidad de vida.
Además, el dolor es un síntoma muy complejo. Para hacernos una idea, “la Sociedad Europea del dolor clasifica el dolor crónico en primario o secundario y, dentro de estas subcategorías, encontramos hasta 7 tipos diferentes en función de su origen”, apunta el doctor Javier Tenas, miembro de la Academia Española de Nutrición y Dietética.
Los analgésicos pasan a convertirse en imprescindibles para muchos afectados, a pesar de que, a cambio del alivio del dolor, pueden experimentar otras consecuencias como son las molestias digestivas.
¿Y si la dieta tuviera un efecto analgésico? “En los casos en los que el dolor crónico se deba a un desbalance en el estado inflamatorio corporal, la dieta, a través de diferentes compuestos, como los flavonoides que están en las frutas y hortalizas, nutrientes como los omega 3 o del pescado azul o de las nueces y otros alimentos como las legumbres o los cereales integrales con propiedades antiinflamatorias y antioxidantes, podría actuar como coadyuvante de otros tratamientos”, confirma Tenas.
“A pesar de ello, no podemos esperar los mismos resultados a corto-medio plazo que nos ofrecería un fármaco”. Por tanto, no hay que excederse en las expectativas y aceptar que “no podemos esperar efectos milagrosos de la dieta en este campo”, pero sí que puede tener “un efecto directo sobre los síntomas de las patologías reumáticas más prevalentes”.
Cómo actúa la dieta antiinflamatoria como analgésico
La dieta actúa de tres formas: modifica el peso corporal (el sobrepeso y la obesidad empeoran los síntomas articulares y la capacidad funcional); cambia la composición corporal y puede reducir el exceso de grasa (especialmente la visceral, que sintetiza y libera moléculas proinflamatorias que contribuyen a empeorar los síntomas reumáticos), y aporta nutrientes con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias.
Existen compuestos, nutrientes y alimentos que, a través de diferentes mecanismos, son capaces de regular o modular la respuesta inflamatoria.
“Una combinación de éstos, dentro de un patrón dietético coherente, podría considerarse como dieta antiinflamatoria”. Sin embargo, el dietista-nutricionista destaca que, “todavía no existe una definición ni descripción clara de cómo debe de ser una dieta antiinflamatoria”.
Esta razón, unida a que el concepto de dieta antiinflamatoria se ha desarrollado en los últimos años, hace que los estudios relacionados con ella sean escasos y por lo tanto, “el nivel de evidencia científica de la dieta antiinflamatoria, en la actualidad, todavía es bajo”, subraya.
Por el contrario, las propiedades antiinflamatorias de ciertos alimentos y/o nutrientes sí que cuentan con una mayor evidencia y suficiente respaldo científico, de forma que hay justificación para su uso.
¿Qué alimentos alivian el dolor reumático y cuáles pueden empeorarlo?
“Una característica que comparten gran parte de las patologías reumáticas es el proceso inflamatorio exacerbado”, una aclaración necesaria para saber qué es lo que pueden hacer determinados alimentos, que es, precisamente, paliar la inflamación y, por tanto, el dolor.
Son buenos aliados contra las enfermedades reumáticas algunos ejemplos:
- Pescados azules,
- Frutos secos crudos no salados
- Aceite de oliva
- Especias y hierbas aromáticas usadas en las preparaciones culinarias : cúrcuma, jengibre, ajo, romero, tomillo
- Verduras: coles, brócoli y otras de hoja verde, cebolla roja, tomate, zanahoria pimiento,
- Frutas: frutos del bosque y bayas en general, uvas, cítricos
Para Javier Tenas, del área de nutrición de la Facultad de Ciencias de la Salud y el Deporte de la Universidad de Zaragoza, estos alimentos son muy recomendables, “siempre y cuando los introduzcamos de una forma ordenada en la alimentación, y preferiblemente supervisada por un dietista-nutricionista”.
En el lado opuesto, como alimentos proinflamatorios y cuyo consumo debe limitarse, porque generan compuestos proinfalamatorios y fomentan el aumento de grasa corporal, están:
- Alimentos precocinados/ultraprocesados
- Azúcares libres (azúcar blanco, dulces y pasteles, etc)
- Frituras en general
- Sal
- Aceite de girasol
¿Qué pasa con los suplementos nutricionales para el reuma?
Magnesio, calcio, colágeno y ácido hialurónico, son el “principio activo” de algunos de los suplementos que, a menudo, se incorporan de forma indiscriminada al arsenal analgésico de quienes tienen dolor reumático.
Se trata de un error, ya que “existen multitud de enfermedades reumáticas, y cada una de ellas tiene su propia etiopatología concreta y tratamiento específico; por lo que no podemos generalizar”, dice el doctor en biomedicina de la Universidad de Zaragoza.
Hecha esta aclaración, “sí que es cierto que existen algunos suplementos que parecen mejorar la sintomatología en algunas afecciones, como ocurre con los ácidos grasos Omega 3 (EPA y DHA) en la artritis reumatoide”.
Sin embargo, apela nuevamente a la ciencia para apuntar que hay ensayos que han demostrado que éstos mismos nutrientes aportados a través de alimentos, pueden generar los mismos efectos positivos, e incluso a dosis más bajas.
“Aquí entraría el efecto de la propia matriz alimentaria, es decir, la composición del alimento que puede tener más o menos compuestos inflamatorios o pro inflamatorios y las sinergias que pueden existir entre los diferentes alimentos en conjunto que se potencian, por ejemplo un pescado azul con una ensalada aliñada con aceite de oliva virgen extra ”.
“Desde mi punto de vista, todo aquel efecto que podamos alcanzar a través de modificaciones dietéticas sería prioritario antes de incorporar cualquier tipo de suplemento”, zanja.
En definitiva, la dieta en enfermedades reumáticas no va operar efectos espectaculares a corto plazo, pero “la nutrición, en conjunto con el resto de terapéutica, puede contribuir mitigando los efectos de degradación y empeoramiento en muchas de estas patologías”
El Consejo de ALDI
Antes de incorporar suplementos nutricionales para aliviar el dolor reumático conviene hablar con un dietista-nutricionista para trabajar antes sobre la dieta.
Javier Tenas. Miembro de la Academia Española de Nutrición y Dietética. Doctor en Ciencias Biomédicas; Diplomado en Nutrición Humana y Dietética, Licenciado en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, y Máster de Investigación en Ciencia y Tecnología de los Alimentos por la Universidad de Zaragoza. Desde 2013 ha ejercido su labor profesional como consultor para diferentes empresas, en el sector de la nutrición, calidad y seguridad alimentaria. Además, también actúa como Coordinador del área de nutrición de la Asociación ARPER y en el Servicio de Aulas de Tecnificación Deportiva de Aragón. Actualmente también ejerce como Profesor asociado en la Facultad de Ciencias de la Salud y del Deporte de la Universidad de Zaragoza.