Pese a que no hay duda de que la leche materna es el mejor alimento para el recién nacido, y uno de los más completos durante los tres primeros años de vida, son muchas las razones por las que una madre puede recurrir a la leche de fórmula. Daniel Escobar, colaborador del grupo de especialización en nutrición pediátrica de la Academia Española de Nutrición y Dietética, explica qué deben tener este alimento para asegurar la correcta nutrición del bebé.
¿Por qué se dice que la leche materna es mejor que la de fórmula?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) es contundente: la leche materna es la mejor opción para alimentar a los lactantes. “Su aporte nutricional es incuestionable. Además, a través de ella se vehiculan diversos compuestos bioactivos con un efecto positivo en la salud del lactante, como son células y moléculas del sistema inmune, ciertos oligosacáridos probióticos (moléculas exclusivas de la leche materna), hormonas y factores de crecimiento, e incluso bacterias que promoverán la futura microbiota del bebé", señala Escobar.
La lactancia materna, asimismo, contribuye al correcto desarrollo neurocognitivo del lactante, previene el desarrollo de la diabetes o la enfermedad cardiometabólica en la infancia, así como ciertas infecciones en los primeros años de vida donde el sistema inmunológico del bebé está todavía inmaduro.
Además, "la lactancia, con una buena red de apoyo, favorece el estado emocional de la mujer, mejorando su salud mental y reduciendo la ansiedad y previniendo la depresión postparto. Además, el hecho de lactar contribuye a la regulación hormonal de la mujer, a controlar mejor el peso pos embarazo, así como la prevención de la diabetes y/o enfermedades cardiovasculares".
Por lo que respecta a la leche de fórmula, "son varios los estudios que informan sobre el aumento de riesgo de desarrollar situaciones poco favorables en la salud de los bebés que se alimentan de manera exclusiva con estos preparados. Entre ellos, enterocolitis necrotizante (una de las principales causas de mortalidad neonatal), diabetes infantil, sobrepeso y/u obesidad y su transición a enfermedad metabólica, desarrollo de dermatitis atópica y otras alteraciones de la piel, o alergia alimentaria. Por esto, es importante que las familias decidan la forma de alimentar a sus bebés desde la información de todos los pros y contras".
Diferencias clave entre la leche materna y la de fórmula
La composición nutricional de ambas es distinta, y esto hace que sus efectos también lo sean. "Cada madre genera la mejor leche para su bebé. La leche materna aporta compuestos bioactivos de gran interés para la salud materno-infantil, que la leche de fórmula no posee”. Es aquí donde encontramos todos los elementos que van a conformar, en cierta manera, el sistema inmunitario del bebé:
- Células y moléculas del sistema inmune de la madre (linfocitos, células de defensa, inmunoglobulinas, etc.).
- Otras moléculas, como la lactoferrina o los oligosacáridos, con gran importancia en la prevención de algunas infecciones.
- Parte de la microbiota materna, que también se vehicula con la leche materna y coloniza la piel y el tracto digestivo del lactante.
Además de estos compuestos con una marcada actividad en el sistema inmune y en la prevención de ciertas infecciones, "la leche materna también aporta multitud de hormonas y factores de crecimiento que van a favorecer el correcto desarrollo del lactante", completa el experto.
¿Cómo se obtiene la leche de fórmula?
Los bebés son individuos con una alta actividad metabólica, pues están en etapas vitales de crecimiento y desarrollo. Para garantizar todos los nutrientes, la industria solo puede usar aquellos ingredientes alimentarios previamente autorizados.
Así resume Escobar el proceso para poder conseguir un producto similar a la leche materna: "Se utiliza como matriz alimentaria principal la leche de vaca o cabra, que se somete a diferentes procesos industriales para adecuar lo más posible a la leche materna la cantidad de grasas, proteínas, minerales y oligoelementos, y también eliminar el agua para asegurar la vida útil del producto. Así, la leche de fórmula se atomiza (proceso por el cual se elimina el agua mediante la aplicación de calor, produciendo un secado rápido) para obtener un polvo que luego se reconstituye con agua según las indicaciones del fabricante".
No todas las leches para bebé son iguales
Aunque todos los fabricantes sigan el mismo método de producción y se atengan a la misma normativa, puede haber diferencias entre las distintas leches de fórmula. Ahora bien, "ni la marca, ni el precio determinan qué fórmula es mejor para alimentar al lactante", asegura el experto. De hecho, no cree que existan diferencias importantes entre las distintas marcas. "A rasgos generales, los preparados para lactantes (tipo 1 y 2) son exactamente idénticos entre diferentes marcas en lo que respecta al nivel cuantitativo de nutrientes. Es decir, todas las marcas tienen la misma proporción de energía y de todos los nutrientes esenciales para asegurar el adecuado crecimiento y desarrollo, pues la composición nutricional está regulada por una normativa muy estricta".
Sin embargo, a nivel cualitativo, sí es cierto que pueden encontrarse diferencias en los ingredientes. "Algunas marcas incluyen o eliminan algunos ingredientes (sin que ello altere la composición nutricional) para mejorar la oferta en el mercado”. Algunos ejemplos son: el uso de aceites vegetales (nabina o colza, coco, girasol o girasol alto oleico, palma), la grasa láctea, ciertos aceites ricos en omega-3 (como pueden ser los procedentes del pescado o de origen bacteriano), la adición de aminoácidos no esenciales o nucleótidos, probióticos, prebióticos y simbióticos. Todo ello conlleva una variación en el precio.
Ante cualquier duda, lo ideal es consultar con un dietista-nutricionista especializado en alimentación infantil para que pueda asesorar adecuadamente según la circunstancia individual de cada familia.
Características de las leches de fórmula según la edad
Existe la creencia de que al cumplir los seis meses e iniciar la alimentación complementaria, el bebé debe pasar de leche de fórmula tipo 1 (inicio) a una fórmula tipo 2 (de continuación). Sin embargo, Escobar entiende que “hay más condicionamiento social e influencia de la industria alimentaria que evidencia científica que respalde esta cuestión. Suede seguir sin ningún problema con la fórmula tipo 1 hasta el primer año de vida. El único cambio será el número de tomas y la cantidad de las mismas”, aclara.
Este cambio no se plantea con la lactancia materna, ya que "la leche materna es un fluido biológico dinámico que cambia su composición en energía y nutrientes según el tiempo de lactancia, adaptándose a las etapas de crecimiento y desarrollo del lactante”.
Por contraposición, "la composición nutricional de la fórmula es siempre la misma, y carece de estos compuestos bioactivos tan valiosos”.
¿Es mala la leche de vaca para el bebé?
Recientemente se ha puesto de moda sugerir la idoneidad de otras leches de mamíferos alternativas a la de vaca, como la de oveja o cabra en la dieta de los bebés. Para Escobar, al menos durante los primeros seis meses de vida, “la única forma de alimentación del lactante debe ser la lactancia materna o, en su defecto, los preparados para lactantes, ya que no se puede ofrecer ningún otro alimento". La evidencia científica advierte de que la introducción de otros alimentos antes de los seis meses de edad puede perjudicar la salud del lactante, pues aún su sistema digestivo y madurativo no está del todo preparado para recibir alimentos distintos a la leche materna o de fórmula.
De hecho, los lácteos son el único grupo de alimentos que no se debería introducir hasta pasado el primer año de vida. "La matriz de la leche de los rumiantes contiene diferentes tipos de proteínas (caseínas 80%, proteínas séricas o seroproteinas 20%). La beta-lactoglobulina (β-Lactoglobulina), una seroproteína, es la principal causante de la alergia a la leche. Al estar presente en cualquier rumiante por similitud genética, no se debe ofrecer ningún lácteo a una persona con alergia a las proteínas de la leches aunque sea de vaca, cabra u oveja. Administrar cualquier preparado para lactantes, independientemente del tipo de leche que use como materia prima, puede aumentar el riesgo de desarrollar una alergia a proteínas de leche de vaca (APLV), o síndrome de enterocolitis inducida por proteínas (FPIES)", advierte.
Una vez exponemos al bebé a las proteínas lácteas, no podemos retirar la fórmula. “Estamos produciendo una sensibilización precoz de este niño a un alérgeno alimentario, y para conseguir la tolerancia, la exposición debe de ser mantenida en el tiempo. Solo se debe retirar según indicación médica en el contexto de una reacción adversa", añade el experto.
Finalmente, advierte que el contenido en calcio o el yodo de la leche de rumiantes, pese a ser beneficioso para la población general, es excesivo para el sistema renal de los lactantes. “No está lo suficientemente maduro hasta primer año de vida. El consumo estas leches supondría una sobrecarga para sus riñones", señala.
La moda de la leche de oveja
Sea de vaca o de oveja, la única forma de incluir leche en la dieta de un bebé de menos de un año es la fórmula de inicio o de continuación. “En niños mayores de un año, el consumo de leche (de cabra, vaca u oveja) dentro de un contexto de alimentación saludable, sí que reporta beneficios para la salud, ya que los lácteos son una buena fuente de proteínas de calidad y de minerales como el calcio o el yodo", añade.
En cuanto al aporte de las proteínas, destaca que "en la leche de los rumiantes encontramos una proporción de proteínas (caseínas/seroproteínas) variable. Es aquí donde podemos encontrar las diferencias por las que podemos elegir dar una leche distinta a la de vaca para nuestros peques. La leche de oveja tiene un tipo de caseínas que, en general, presentan menos efectos beneficiosos para la salud. Son las denominadas caseínas A1".
Se ha visto que la leche de cabra u oveja tienen una menor proporción de caseínas A1 y mayor de A2 en comparación con la leche de vaca, lo que se traduce en una asociación más favorable para la salud, sobre todo a nivel de síntomas digestivos. Sin embargo, "la evidencia científica al respecto es limitada".
Grasas de la leche, ¿son buenas en los primeros años de vida?
La grasa procedente de estas leches es saturada, pero beneficiosa. “Los ácidos grasos que componen la grasa de la leche, yogures o el queso, son de cadena corta-media, lo que hace que se utilicen principalmente como energía para nuestras células del colon. Esta grasa también es el vehículo de ciertos compuestos de interés, como la membrana del glóbulo graso, una estructura que recubre la grasa de la leche con muchos compuestos beneficiosos o ciertas vitaminas liposolubles, como la A o la D. Además, el consumo de leche y yogures enteros produce mayor sensación de saciedad", explica.
Leche para bebés con alergia a la proteína de la leche de vaca
En estos casos la recomendación son las fórmulas hidrolizadas, extensamente hidrolizadas o elementales, que solo se pueden comprar con receta médica. “La composición nutricional de macronutrientes es idéntica a la de otros preparados para lactantes, pero se modifica la estructura de la proteína. Al estar hidrolizada o ‘cortada’ pierde la capacidad alergénica".
A nivel nutricional no hay diferencias, es decir, un lactante sano podría consumir perfectamente estas fórmulas especiales. “Ahora bien, en niños sanos alimentados con fórmula, no es recomendable pasar a un hidrolizado si no hay una sintomatología clara. Evitamos así cortar con la exposición a un alérgeno ya introducido y aumentamos el riesgo de generar una reacción adversa a este componente al retirarlo”.
¿Y si el bebé tiene alergia a la caseína?
En el caso de los bebés con alergia a la caseína, otro tipo de proteína de la lecha "debe eliminarse la proteína láctea de la dieta materna. Si la alimentación ha sido mediante lactancia artificial (mixta o total), la mejor opción es optar por una fórmula hidrolizada (parcial o total) o elemental exenta de caseína. Corresponde al médico pediatra determinar cuál es mejor según el caso, sin olvidar algo importante, la aceptación del lactante a la fórmula. En este contexto, es importante el acompañamiento por un dietista-nutricionista especializado".
Leche para bebé de fórmula vegana
Cómo se hacen
La única fórmula sin leche, adaptada a la alimentación desde el primer día de vida "es aquella a base de proteína de soja. La de arroz es a base de proteína hidrolizada y pertenece a los alimentos de usos médicos especiales”.
Este producto se contempla como opción en dos supuestos:
- Cuando existe una alergia a proteínas de la leche en donde la respuesta a fórmulas hidrolizadas no es la esperable.
- Por decisión de la familia a no alimentar al bebé con leche procedente de animales.
El experto menciona que “las fórmulas ‘veganas’ o, mejor dicho, sin leche de vaca o cabra, son adecuadas para la alimentación del lactante desde el primer día de vida". Sin embargo el número de estudios con lactantes a base de fórmulas vegetales aun es reducido.
Posibles riesgos de las fórmulas veganas
Entre los posibles riesgos se cuenta la exposición a la soja, ya que la soja es uno de los principales alérgenos alimentarios. "Los preparados de soja pueden o no contener alguna sustancia fitoquímica, como los estrógenos vegetales. No hay evidencia concluyente de que puedan suponer un riesgo para la salud del lactante”.
Para mayor tranquilidad de las familias, tanto si se optar por este tipo de fórmulas u otras no convencionales (a base de leche de cabra, por ejemplo), Escobar aconseja "consultar a un dietista-nutricionista experto en alimentación infantil para que pueda asesorar a los padres adecuadamente según el caso".
El Consejo de ALDI
La lactancia materna se puede compaginar con leche de fórmula en aquellas ocasiones en las que no sea posible dar el pecho. ¡No olvides que la leche materna puede extraerse con antelación y conservarse en el frigorífico o en el congelador!
Daniel Escobar. Dietista-nutricionista, miembro de la Academia Española de Nutrición y Dietética, y colaborador del Grupo de Especialización en Nutrición Pediátrica. Está especializado en salud materno-infantil y posee una amplia experiencia en nutrición del niño sano y patológico. Experto en alimentación y nutrición plant-based y perito experto en nutrición clínica y dietética. En la actualidad es colaborador en el departamento de Salud Pública y Materno-infantil (Pediatría) de la Universidad Complutense de Madrid.