Introducir los alimentos en la dieta del bebé es uno de los primeros desafíos de la vida para el bebé y un reto enorme que llena de dudas a los padres. ¿Cuándo hay que empezar con la fruta? ¿Y con la carne? ¿Ahora tienen que comer con las manos? ¿Cuál es el orden de introducción de las verduras en bebés? ¿Y si se cierra en banda a probar bocado?
Con un bebé, la introducción de alimentos se convierte en un quebradero de cabeza. Sobre todo, cuando los consejos de madres y abuelas – no es sexismo, pero lo de compartir las tareas domésticas entre padre y madre no se estilaba hasta hace bien poco – no siempre coincide con lo que nos recomienda el pediatra.
Eduard Baladia, dietista-nutricionista y miembro de la Academia Española de Nutrición y Dietética, nos acerca a las consignas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para introducir la alimentación complementaria. Estas directrices sirven de base a la opinión de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) en el documento ‘Rango de edad apropiado para la introducción de alimentación complementaria en la dieta del bebé”.
Lactancia y alimentación complementaria: así comerá el bebé en su primer año
En 2002 la OMS actualizó sus recomendaciones sobre la alimentación durante el primer año de vida, al igual que hizo la EFSA en 2019. Esto modificó buena parte de las pautas que hasta entonces se recomendaban para gestionar la nutrición de los niños menores de un año.
Baladia lo sintetiza como “lactancia materna exclusiva y a demanda desde la primera hora de vida y hasta los 6 meses (anteriormente era hasta los 4 meses). A partir de los 6 meses y hasta los 12 meses, una combinación de lactancia a demanda y alimentación complementaria”.
Obviamente, en esas primeras semanas y meses de transición a los sólidos y semisólidos el niño no come demasiado y sigue prefiriendo la leche materna. “Lo cual tampoco está mal”, añade Baladia.
A medida que avanzan los meses, la balanza se va inclinando hacia la alimentación convencional. “Hasta los 12 meses, la lactancia materna puede suponer entre el 100% y el 50% de la energía consumida por un bebé. Entre el año y los dos años rondará el 35%”.
Más simple y con las manos
La tabla de introducción de alimentos para el bebé de la OMS convierte al niño en un comensal más. A grandes líneas, estas son las grandes novedades de esta nueva pauta:
- Incorporación de casi todos los grupos de alimentos sin un orden establecido
- Convertir al bebé en un comensal más a la mesa, compartiendo los mismos alimentos, adaptando si es necesario la textura o la consistencia
- Dejar que coma con sus manos y experimente sabores y texturas
- Lactancia materna a demanda
Cuando éramos niños había una pauta férrea según la cual los distintos grupos de alimentos se introducían progresivamente, pero bien triturados. Como a esa edad los bebés son incapaces de manipular una cuchara para comer, los adultos administraban la papilla a cucharadas a la voz de ‘mira el avión’.
Las nuevas consignas apuestan por proporcionar al niño alimentos lo suficientemente blandos como para que los pueda aplastar con la lengua y encías, pero lo suficientemente consistentes como para apañarse con sus propias manos.
Esta nueva autogestión de la alimentación se conoce como baby-led-weaning (BLW) o destete dirigido por el bebé. “Consiste en ofrecer la alimentación complementaria dejando que sea el bebé quien dirija el proceso desde el principio”. Los padres deciden qué ofrecer, pero los niños deciden qué se llevan a la boca y qué no, y lo que tragan o no.
Pero la mayor novedad es que desaparece el calendario de introducción de alimentos para el bebé mes a mes. Las nuevas recomendaciones contemplan introducir cereales, frutas, hortalizas, legumbres, carnes y pescados sin un calendario preestablecido y antes de los 12 meses. “Ahora bien, debe tenerse en cuenta la consistencia de los alimentos según el estado de desarrollo del bebé y ofrecerle pequeñas cantidades que pueda gestionar por sí mismo”, advierte Baladia.
El objetivo de este cambio es generar una buena relación con el alimento desde muy tierna edad, fomentar la gestión del hambre-saciedad y evitar un posible sobrepeso por darles de comer de más.
Es importante tener presente que se trata de un período de transición, de aprendizaje y de descubrimiento de infinidad de sensaciones. No todos los bebés reaccionan igual, ni aprovechan los alimentos a la velocidad que desearían los padres.
“El lactante tomará al principio mucho más el pecho porque, seamos sinceros, en esas primeras semanas, no comen mucho así. Son buenas noticias porque se estimula mucho la lactancia y habrá más posibilidades de una lactancia duradera”, admite Baladia.
Pero, ¿por qué esperar a los seis meses?
A esa edad el niño suele haber alcanzado un desarrollo psicomotriz suficiente como para controlar la cabeza, estar sentado sin ayuda y llevarse la comida a la boca. También desaparece el reflejo de extrusión (expulsar de la boca los sólidos).
Esta introducción de alimentos en bebés no debe demorarse más allá de los 7 meses, ya que podrían aparecer carencias nutricionales, sobre todo, de hierro y zinc.
Excepciones y aclaraciones: fruta, sí; leche, no
Una variación del BLW es el método BLISS (Baby-Led Introduction to Solids).
Este sistema contempla ir adaptando los tamaños y texturas del alimento a la evolución de la motilidad del bebé. Empezaremos con texturas cercanas al puré a los 6 meses para acabar con finger food a los 12 meses.
Con este nuevo planteamiento el niño puede comer prácticamente de todo. Hay, no obstante, algunas consignas respecto a la introducción de algunos alimentos:
– Frutas y verduras: se admiten prácticamente todas y a demanda. Se pueden ofrecer chafadas, en palitos, asadas… La presencia de frutas y hortalizas frescas, que son la fuente principal de vitamina C en la dieta, ayudará además a una mejor absorción del hierro que aportan el resto de alimentos.
– No dar espinacas, acelgas, borraja ni otras verduras de hoja verde hasta el año. La razón está en quesu alto contenido en nitratos podría oxidar el hierro de la hemoglobina de la sangre, ocasionando problemas de salud graves.
– Zumos: evitarlos. Aportan azúcares libres y pueden contribuir a la ganancia inadecuada de peso e, incluso, a la aparición de caries. Siempre es mejor la fruta fresca, cortada en trozos adecuados para su manejo o aplastada.
– Cereales y derivados. Dar prioridad a los integrales. Se pueden ofrecer cocidos (arroz, maíz, pastas, etc.), en forma de pan, picos sin sal, tortitas, arepas… Evitar los alimentos azucarados (con azúcares libres, como la miel, o añadidos, como sucede en la gran mayoría de cereales para el desayuno.
– Leche de vaca u otros mamíferos y resto de lácteos: esperar hasta después del año.
– Frutos secos enteros: después de los 3 años. Se pueden ofrecer triturados mezclados con otros alimentos.
– Legumbres. Todo tipo y sin límite, proporcionar según el apetito del niño.
– Carne y pescado. Controlar la cantidad y no exceder de los 20-30 gramos día).
- Huevo en tortilla cortada en trocitos o en revueltos.
En cuanto a la forma de ofrecer los alimentos al niño, Baladia sugiere estas otras consideraciones:
- Vigilar la temperatura: ni muy calientes, ni muy fríos, de forma que pueda cogerlos con las manos en el caso de sólidos.
– Ofrecer solo alimentos que contribuyan a su salud. No a la bollería, aunque sea casera, a los snacks fritos y/o salados y a alimentos con azúcares añadido.
– Introducirlos de uno en uno para comprobar si hay alergias. No incorporar uno nuevo hasta pasados tres días. Recientes investigaciones apuntan que una exposición temprana a pescados, huevos o gluten tiene un efecto protector frente a alergias.
– Sentar al niño a la mesa en su trona e invitarle a comer lo que el resto de la familia (en cantidad y textura adecuadas a su edad).
– Respetar la sensación de hambre del niño. No forzar.
Para saber si la consistencia es adecuada para el bebé, intenta aplastar el alimento con los dedos. Si puedes chafarlo, el niño también podrá con sus encías. “Ahora bien, hay que estar siempre junto al niño para vigilar posibles atragantamientos”.
Esta presencia del adulto requiere paciencia, ya que nunca debe ser invasiva. “Le dejaremos explorar a su ritmo, sin estar limpiándolo constantemente para no interrumpirlo”, apunta Baladia. Sí, se va a poner perdido. Pero está aprendiendo a comer, así que nos toca acompañarlo y ayudarlo.
Empezando a comer ‘como los mayores’
Con toda esta información, la pregunta habitual de los padres es ¿cómo encajo todo eso en mi rutina familiar? Porque el BLW, no nos engañemos, implica cierta logística familiar y tiempo.
La respuesta no puede ser más tranquilizadora para los padres. La European Society for Peadiatric Gastroenterology, Hepatology and Nutrition (ESPGHAN) y la Asociación Española de Pediatría avalan tanto ese método como una alimentación mixta con purés y triturados y algunos sólidos saludables y seguros.
Ninguno es mejor que el otro.
El Consejo de ALDI
La miel se desaconseja en los 12 primero meses por el riesgo de botulismo ya que puede contener esporas de Clostridium botulinum, una bacteria que genera una toxina peligrosa para el sistema nervioso. Los adultos y niños mayores tienen un sistema digestivo más maduro y resistente y eliminan estas esporas sin problemas.
Eduard Baladia. Coordinador del Área de Gestión del Conocimiento Científico y del Centro de Análisis de la evidencia Científica de la Academia Española de Nutrición y Dietética. Director de Red de Nutrición Basada en la Evidencia (RED-NuBE) y Profesor Asociado en el Departamento de Ciencias Experimentales y Metodológicas de la Universidad de Vic. Instagram @ebaladia. Twitter: @EBaladia. FB: @ebaladia