A partir de los seis meses, los bebés pueden empezar a tomar agua, si bien necesariamente significar dar de beber agua. “El agua es muy importante para el bebé, ya que hasta los 24 meses su pequeño cuerpo está formado por un 70 % de agua, mientras que esa proporción cae al 60 % en el caso de los adultos", apunta Eva María Pérez Gentico, académica de Honor de la Academia Española de Nutrición y Dietética. Por eso, una de las preguntas que más se plantean en la consulta del pediatra es cómo hacerlo y cuánta agua se puede dar a un bebé.
De cero a seis meses
Hasta los seis meses de vida, deben tomar unos 680 ml/día o 100-190 ml/kg/día. El temor a la deshidratación es la causa principal por la que la mayoría de los padres se cuestionen si es necesario darle de beber agua a sus bebés y cuándo. La postura frente a este asunto es unánime entre los expertos: no necesitan un aporte extra de agua.
Esta cantidad está perfectamente satisfecha con la leche materna o la artificial. "El aporte hídrico de ambas cumple con los requerimientos del bebé. El 90 % de la composición de la materna es agua, y la de fórmula se prepara con ella".
En resumen, basta con proporcionar al bebé la alimentación suficiente y adecuada para su edad para que esté perfectamente hidratado. Incluso en verano. Eso sí, al hacer más calor, "hacen tomas más cortas y demandan más pecho ", apunta la experta.
De seis a doce meses
Pasados seis meses, la alimentación de la mayoría de los bebés suele ampliarse y, aunque la leche materna o la artificial sigue siendo el alimento principal, la mayoría de los padres comienzan a introducir otros alimentos, como frutas, verduras y cereales.
Las recomendaciones de la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) en cuanto a la cantidad de agua que necesita un bebé en este tramo de edad es de entre 0.8 a 1 litro al día incluyendo todas las fuentes de la dieta. La cuestión es si para llegar a esas cantidades basta con la leche o es el momento de darle un aporte extra de agua.
Según Pérez Gentico, "Al iniciar la alimentación complementaria no es necesario añadir agua, ya que la lactancia materna o la artificial siguen siendo el sustento principal de su alimentación. Además, los alimentos que vamos incorporando como las verduras y las frutas también nos aportan agua, por lo que no sería obligatorio darles agua de manera adicional".
Solo en casos de lactancia artificial y una inadecuada alimentación complementaria, con muchos alimentos de alta densidad de energía, por ejemplo, papillas de cereales procesados azucarados, podrían justificar ofrecer agua adicional.
Las infusiones están siempre desaconsejadas.
De uno a tres años
A medida que pasan los meses, aumenta la cantidad de agua que demanda el organismo del bebé para su correcto funcionamiento y desarrollo. En el tramo de edad que va del año a los tres años, los requerimientos aumentan hasta 1.1 l / 1.2 l al día incluida la aportada por el agua de bebida y la de los alimentos.
Llegados a este punto, ¿basta con la leche materna/artificial o se debería introducir ya el agua en la dieta del bebé? "A partir del año, hay muchos niños cuya alimentación se compone de la leche materna o leche de vaca y una amplia variedad de alimentos muchos de ellos ricos en agua como las frutas y verduras. Si a esto añadimos varias tomas de agua al día, ya tendríamos los requerimientos recomendados", asegura la experta.
A pesar de dar cifras, Pérez Gentico recomienda no obsesionarse en el control de estas cantidades ya que "va a depender de cada bebé y de la alimentación que lleve. Además, hay que recordar que los niños saben autorregularse en los alimentos que necesitan, y por otro lado, el mecanismo de la sed, aunque no tan afinado como en los adultos, les hace beber o pedir agua ". Y si tiene sed, sin duda, se lo hará saber a sus padres, aunque en presencia de altas temperaturas y alta humedad, hay que ofrecerla con más frecuencia para evitar la deshidratación.
Otra buena manera de saber cuándo darle agua a un bebé es ponérsela a su alcance, a ser posible en un vaso o una tacita. "Así, evitamos el biberón, ya que el abuso del mismo nos puede dar problemas en la dentición. Y tampoco favorece el desarrollo de la musculatura bucal". Por último, la mejor señal de que él bebe o el niño pequeño está perfectamente hidratado, es ver el color de su orina, que debe ser muy clarita o transparente, incluso en verano.
¿Agua del grifo o mineral? ¿Fría o del tiempo?
En el debate sobre su origen, prima el sentido común: el quid de la cuestión radica en la calidad del agua. "Si la del grifo es buena, no tiene sentido que le demos embotellada porque, además, estaremos colaborando con el medio ambiente reduciendo el consumo de plásticos. Si no lo es, habrá que evitarla”.
¿Y la dureza? ¿Es algo a lo que hay que atender? "Es indicativa de la cantidad de minerales que contenga. Y este dato solo influye en el sabor y en sus propiedades organolépticas, no en si es buena o mala para nosotros".
Por lo que se refiere a la temperatura del agua, la también Presidenta del Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de La Rioja asegura que, desde el punto de vista de la salud, no es algo que haya que tener en cuenta.
El Consejo de ALDI
El vaso de agua con tetina que usamos para dar agua a un bebé debe lavarse con la misma frecuencia que lo hacemos con el resto de vasos de la familia.
Eva Mª Pérez Gentico. Académica de Honor de la Academia Española de Nutrición y Dietética y docente en Grados de Formación Profesional. Grado de Nutrición humana y dietética. Universidad de Navarra. Experto Universitario en Obesidad por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Cocinero profesional, ESAH. Ha trabajado como Docente en grados de Formación Profesional, Dietista-Nutricionista realizando talleres de nutrición en primaria y secundaria, Cursos de cocina saludable para población gitana e impartiendo Charlas sobre temas de alimentación y nutrición en diferentes colectivos. Ha colaborado con artículos en diferentes medios de comunicación. Instagram @eva_perez_gentico