Sus síntomas, causas y tratamientos son muy distintos. Tener clara la diferencia entre una alergia y una intolerancia alimentaria es crucial para aplicar el tratamiento correcto y aliviar las reacciones adversas asociadas.
Según la AESAN, entre el 1-3% de los adultos y el 4-6% de los niños sufre reacciones adversas para la salud como resultado del consumo de determinados alimentos o ingredientes alimentarios.
Estas respuestas hipersensibles pueden manifestarse a través de alergias e intolerancias alimentarias y que deben ser diagnosticadas por un profesional sanitarios especialista.
¿Qué es una alergia?
Hegoi Segurola Gurruchaga, dietista-nutricionista clínico experto en patología digestiva, supervisor de la unidad de soporte nutricional del Hospital Universitario Vall d’Hebron de Barcelona y miembro de la Academia Española de Nutrición y Dietética, describe la alergia alimentaria como "una reacción adversa mediada por la inmunoglobulina E (IgE). El proceso, básicamente consiste en que el sistema inmunitario percibe la proteína de un determinado alimento como un alérgeno, una sustancia patógena. En ese momento, se desencadena el proceso alérgico, que puede manifestarse de diversos modos”.
Las manifestaciones más leves suceden a nivel de las mucosas o epidérmico (irritación, picor, enrojecimiento…). “En último extremo, podemos encontrarnos una reacción a nivel sistémico". De hecho, una alergia "puede llegar a producir un shock anafiláctico, lo que conlleva alto riesgo de mortalidad", alerta.
La alergia se diagnostica por profesionales sanitarios alergólogos con pruebas en las que se expone de forma controlada al paciente a diversos alergenos y posteriormente se mide la reacción inmune que genera, generalmente en la piel.
¿Qué es una intolerancia alimentaria?
Se trata también de una reacción adversa, pero en este caso, "la gran diferencia con la alergia, es que no está mediada por la IgE. Esto significa que no interviene el sistema inmune", recalca Segurola. "Una intolerancia alimentaria es el resultado de la incapacidad de nuestro organismo para digerir correctamente y/o absorber un determinado alimento".
Las intolerancias alimentarias se diagnostican por gastroenterólogos y las pruebas utilizadas dependen del tipo de intolerancia de la que se sospecha, por ejemplo, en el caso de la intolerancia a la lactosa, se usa la prueba de expiración de hidrógeno junto con la sintomatología referida por el paciente.
Una intolerancia alimentaria es el resultado de la incapacidad de nuestro organismo para digerir correctamente y/o absorber un determinado alimento
HEGOI SEGUROLA
Entonces, ¿qué es la sensibilidad alimentaria?
Es una patología diferente a la alergia y la intolerancia. "En este proceso, no interviene el sistema inmunológico". Un ejemplo podría ser la sensibilidad al gluten no celiaca, en la que personas sin enfermedad celiaca tienen molestias digestivas al consumir ciertas cantidades de alimentos con gluten que pueden variar dependiendo del grado de sensibilidad y el contexto e en el que se consume el alimento.
Alergias e intolerancias más comunes
Aunque el mapa de las alergias alimentarias es muy amplio, las más comunes son a la proteína de leche de vaca, a los huevos, al pescado, a los frutos secos y a las frutas. "En los últimos años, debido a la globalización y a la tendencia a consumir alimentos procedentes de otros países a los que no estamos acostumbrados, están apareciendo nuevas alergias", alerta Segurola.
Por lo que se refiere a las intolerancias, "la más habitual es a la lactosa y en algunos casos por exceso de consumo la fructosa y sorbitol. Siempre hay que descartar el sobrecrecimiento bacteriano intestinal".
La celiaquía, es una intolerancia, pero es una enfermedad autoinmune. Sencillamente, nuestro sistema inmunológico reacciona ante la presencia de gluten. Se desencadena siempre a nivel digestivo, es decir, al ingerir el alimento.
Un ejemplo de confusión: alergia a la proteína de la leche de vaca e intolerancia a la lactosa
Una de las confusiones más extendidas es la que se produce entre la alergia a la proteína de leche de vaca y la intolerancia a la lactosa. "En este caso, estaríamos hablando de que está confundiendo la intolerancia a un disacárido (lactosa) que nuestro cuerpo no puede digerir y asimilar como debería y que desencadena una serie de reacciones y una sintomatología digestiva con gases, diarrea hinchazón abdominal entre otros; mientras que la que se produce en los casos de alergia" que es una reacción del sistema inmune se da con erupción cutánea, urticaria, cólicos, entre otros.
En ambos casos el tratamiento es distinto. "Si el paciente tiene una alergia, excluiremos totalmente de la dieta los alimentos con el alérgeno que le produce la reacción. Mientras que, si es una intolerancia, buscaremos el umbral máximo de tolerancia, es decir, trataremos de determinar cuál es la cantidad de alimento que puede tomar antes de que comience a sentirse mal".
Por ejemplo, si la persona es alérgica a la proteína de leche de vaca, "no solo retiraremos todos los alimentos que la contienen, también miraremos con lupa la lista de ingredientes de todos los productos que pudieran incluirla, ya que hay muchos alimentos procesados donde la podemos encontrar".

Causas de la alergia alimentaria (o la intolerancia)
Genética
Nuestros genes nos predisponen a desarrollar o no una determinada alergia. Este es el caso de la enfermedad celíaca, que aumenta la probabilidad de tenerla cuando existen familiares de primer y segundo grado afectados por la enfermedad.
En cuanto a las intolerancias, también hay un claro componente hereditario. Es el caso de intolerancia a la lactosa, pero "depende mucho más de la capacidad digestiva y de la permeabilidad intestinal", puntualiza.
Sistema inmunológico
Pero el equilibrio o la falta de equilibrio de nuestro sistema inmunológico determinará que seamos más o menos sensibles (alérgicos) "Una parte del sistema inmunitario nos defiende de las infecciones, y otra que se encarga de la producción de la inmunoglobulina E. Ambas, normalmente están en equilibrio. Sin embargo, la balanza puede inclinarse debido a un incremento de la producción de IgE. Si esto ocurre, aumenta la sensibilidad a las alergias. En este punto se iniciaría un tratamiento para tratar de fortalecer el sistema inmune y reestablecer el equilibrio".
Factores ambientales
"Muchos estudios demuestran que debido al exceso de higiene tenemos menos contacto con gérmenes. Esto hace que nuestro sistema inmunitario no esté tan fuerte, disminuye la producción de los linfocitos que sintetizan la IgE, y, por tanto, es más probable que tengamos reacciones alérgicas", describe.
Microbiota intestinal
Un posible desequilibrio (disbiosis) de la microbiota intestinal también "puede ser el catalizador de una intolerancia o favorecer la aparición de alergias, sobre todo, si existe una mayor permeabilidad intestinal, ya que la microbiota es fundamental para mantener la barrera intestinal que garantiza una correcta absorción de los nutrientes".
En estos casos, el tratamiento de la intolerancia, "debería integrar la retirada del alimento junto con el restablecimiento de la microbiota y la barrera intestinal, para después reintroducir el alimento poco a poco y bajo control clínico. Esto suele llevar entre 10 y 14 días."
Reacciones más graves asociadas a las alergias
Hinchazón de los labios o los párpados, picor en la boca o la garganta, aparición en la piel de habones (ronchas o granos de gran tamaño), rinitis, asma… son algunas de las manifestaciones menos graves y más frecuentes que presentan las alergias alimentarias.
La más grave es el shock anafiláctico, que puede resultar mortal.
En las intolerancias alimentarias "el paciente presenta molestias estomacales, hinchazón, gases, dolor abdominal que puede ser agudo, diarrea, mareos, vómitos, y en algunos casos, dolor de cabeza".
Una intolerancia no tiene por qué ser para siempre. “Puede haber intolerancias de por vida, como la intolerancia hereditaria a la lactosa, pero también pueden ser transitorias”. Esas últimas ocurren, por ejemplo, cuando una persona ha tenido una infección del sistema digestivo, como una gastroenteritis, y es posible que durante las semanas posteriores experimente intolerancia a algunos alimentos.
Cuando esto ocurre, “se puede corregir y volver a la normalidad con un tratamiento que incluya la búsqueda del umbral de tolerancia". En cualquier caso, lo importante es "acudir primero al médico digestivo ante los primeros síntomas, ya que, si no se trata, sus síntomas pueden empeorar", y consultar además un dietista-nutricionista especializado en digestivo advierte.
Además, en la actualidad "nos estamos encontrando cada vez más casos de alergia alimentaria múltiple por excesiva sensibilización, es decir, niños con varias alergias simultáneas. Supone un gran reto para los dietistas-nutricionistas, ya que son casos en los que es complicado cubrir las necesidades alimentarias de los pacientes con seguridad, ya que la exclusión de muchos alimentos supone una planificación muy meticulosa y una gran labora de educación nutricional y alimentaria con la familia. Aquí lo importante es identificar y codificar muy bien las alergias alimentarias y consensuar con el alergólogo y/o especialista en aparato digestivo el plan nutricional", concluye.
El Consejo de ALDI
La aquafaba, ese líquido semiviscoso que va en los botes de legumbres en conserva, tiene propiedades similares a las de la clara de huevo. ¿Sabías que algunas personas alérgicas al huevo la usan para hacer merengues, tortitas o bizcochos?

Hegoi Segurola. Nutricionista Coordinador de la Unidad de Suport Nutricional del Hospital Universitario Vall d’Hebron y miembro de la Academia Española de Nutrición y Dietética. Segurola es Master en Nutrición Clínica, Especialista en Patología Digestiva, Profesor colaborador UB, U.Blanquerna, UVIC y Miembro del Comité Científico y Educacional SENPE
